enigma sn. martin

Los misterios y secretos detrás del héroe. José Francisco de San Martín , su vida en un enigma constante.


Episodio 1: «Es necesario re escribir»

«Es necesario, reescribir»

Escribir es el acto profundo de capturar la esencia del alma en palabras, un intento desesperado y hermoso de inmortalizar el pensamiento. Para el hombre, la escritura es el puente entre lo efímero y lo eterno, una forma de desafiar al tiempo y al olvido. Cada trazo es un eco que busca resonar en la posteridad, un testimonio de que alguna vez existió una chispa de conciencia, una mente inquieta, un corazón que latió con ideas y sueños que, al ser plasmados, encuentran la eternidad en las manos del futuro.

Y es que el papel sigue siendo papel, ¿verdad? Todo queda registrado cuando escribimos. Incluso nuestra identidad se confirma con una firma. Esa pequeña marca, ese trazo único que revela quiénes somos, es como un código universal; la firma es el reflejo tangible de nuestra existencia, tan única como nuestras huellas dactilares. Nuestra escritura, nuestra firma, nos expone: quiénes somos y quiénes hemos sido. Porque la escritura no solo transmite palabras, también habla de nuestra personalidad, nuestras vivencias, y hasta de aquello que hemos consumido a lo largo de la vida, tanto en lo material como en lo intangible.

Escribir nos interpela, nos conecta con lo que hemos elegido, con lo que hemos sido y con lo que deseamos ser. Es un acto consciente que deja una huella duradera, siempre que el medio en el que se registre perdure. Y, aun así, incluso cuando las hojas se desmoronen, la esencia de lo escrito tiene la capacidad de trascender. La escritura aclara nuestras ideas, nos desahoga, nos libera. Nos ordena cuando estamos perdidos, confiesa lo que guardamos en secreto, oculta lo que tememos decir y transfiere al futuro una parte de nosotros.

Escribir no solo es una forma de mostrarnos tal como somos; también es un vehículo para expresar lo que no podemos ser, pero que anhelamos alcanzar. En ese acto, dejamos un compromiso fuerte y marcado con el presente, el pasado y el futuro. Porque escribir es, y siempre será, una forma de existencia atemporal.

De hecho, no solo escribir, sino también leer a alguien te dará el ADN de lo que posiblemente haya leído, vivenciado y experimentado, o hasta de la situación y emoción que lo atraviesa en ese momento en que deja su registro. Aquí, bajo esta premisa, comienza la apreciación constante del código “San Martín”. Para conocer parte de su vida, todos hemos recurrido a la lectura de sus escritos o a lo que otros han escrito sobre él, generando así dos caminos para llegar al mismo lugar. Sus memorias fueron diseñadas perfectamente desde su visión a futuro, quedando fragmentadas e inconclusas, con mensajes cifrados, frases en doble sentido y partes de su propia historia que aún no se pueden hallar o que permanecen poco claras. Hay información dispersa aquí y allá, en todo el mundo. Algunos de sus testimonios desaparecieron por su propia decisión, por necesidad, por infortunios, por accidentes, por orden, por temor o por decisiones de otros.

Desde este punto de vista, el análisis de su vida y su obra, llenos de enigmáticos misterios, se presenta como inconcluso. Debemos considerar los cientos de documentos que aún no han sido dados a conocer, conservados como tesoros por aquellos que los poseen de manera particular. Esto genera una nueva posibilidad de reinterpretar lo que se sabe y se ha dicho, y es por eso que siempre será necesario «reescribir».

La frecuencia de San Martín aún está en movimiento; necesita ser escuchada e interpretada, dando como resultado una nueva escritura sobre todos los hechos que conciernen a su vida. La verdad y la conveniencia no siempre van de la mano, puesto que todos han querido quedarse con un pedacito de San Martín en la construcción del relato y no necesariamente de su historia en sí.



Deja un comentario