Los misterios y secretos detrás del héroe. José Francisco de San Martín , su vida en un enigma constante.
Episodio 2: «Los SanMartines»
«Los SanMartines»
Por Eduardo Guidolín Antequera
En el análisis dimensional de las situaciones, San Martín es cuántico: el de miles de opciones, con caminos múltiples y líneas de tiempo superpuestas. Es un aventurero subido a su corcel, cabalgando diferentes planos vibracionales. Es un desterrado sin tierra, eligiendo vivir como en los cuentos y las leyendas que leía: siempre en movimiento, viviendo de lo prestado, lo obsequiado. Con la sinergia de quien entiende y acepta “lo que sucede,” tal vez sabía que todo es temporal, que la vida es un sendero múltiple, y que el verdadero legado nunca sería físico, sino intelectual, emocional y quizá álmico, espiritual, espiralado y ascendente. Su misión era recorrer la vida y aceptar lo que vendría, según sus propias elecciones, adaptándose a ese destino cambiante, equilibrando los éxitos y fracasos en la tragedia y la comedia de existir.
Porque, de eso tampoco hablamos: de uno de «Los SanMartines» que deambula en las sombras. Aquel de las crisis y cambios drásticos, que no ha sido del todo aceptado, pues si el héroe cae, deja de ser héroe. Así, muchas de las cosas que imaginó y proyectó no se dieron tal como predijo. El juego cambió constantemente, y sus roles, sus funciones y su misión debieron adaptarse a circunstancias imprevistas, aunque no fueran las que él anhelaba. San Martín vivió y murió muchas veces, quizás de momento en momento. Es esta multiplicidad de muertes lo que hace del gran guerrero alguien más fascinante.
“La gran batalla se libra dentro de uno mismo”
Siendo hombre, y quizás en la soledad de noches eternas, debió enfrentarse a sí mismo, plasmando en palabras el torbellino de emociones y pensamientos que lo llevaron al autodescubrimiento. Hay un camino hacia adentro que, inevitablemente, debemos emprender en algún momento. Él, el verdadero de «Los SanMartines» lo hizo. Y eso nunca fue suficiente, porque el bien mayor exigía callar y omitir para que las cosas siguieran su curso, pues debía ser así. “Cada quien lleva su cruz interna como puede”, y él mismo reconocía que el hombre vive dos veces cuando es un hombre público. En estas dos perspectivas se ancla tanto lo que sabemos de él como lo que ha sido construido a su imagen y semejanza.
Ese hombre, el que buscó la libertad del individuo y de una comunidad, no solo buscó la libertad de los pueblos; buscó su propia libertad y la custodia de su soberanía al pensar, hacer y sentir libremente. Porque, de otra forma, sería imposible mantenerse en eje, en quicio, sin perder la cordura en el vaivén de las pasiones, los sacrificios, las muertes, las despedidas, los amores y las traiciones. Dejó de lado aspiraciones personales por un bien mayor, evocando un Dios, o varias expresiones de lo mismo, siempre manifestando con el ejemplo. Aquí encontramos a otro San Martín, uno que, dejando muchos SanMartines a su paso, se convierte en algo más que un hombre.
Ocultar la verdad a veces resulta ser lo más sencillo. ¿De qué manera? No escondiéndola, sino ocultando el camino para llegar a ella. A través de parábolas, refranes, frases ambiguas, decía sin decir, usando nuevos lenguajes, símbolos, códigos, imágenes, datos codificados, gestos y acciones, juegos, y hasta engaños perfectamente diseñados, como un mago. Se volvió camaleónico, metamórfico, resiliente y versátil, capaz de cambiar de piel, de trajes, de nombres, de títulos, de costumbres, de lugares, de modelos y de sistemas.
«Seamos libres, que lo demás nos sobra,”
Si interpretas lo que San Martín decía en su frase no es solo una mención a su empresa libertadora. Dejaba para la posteridad la reflexión de que el “Ser, en plenitud de su verdadera libertad, es el tesoro más valioso.”
¿San Martín es un enigma, o el enigma es San Martín?
Así decido llamar a este espacio de expresión y reflexión sobre este sentir que palpita por contar desde la verdad, esa que se percibe de instante en instante. Porque cada quien tiene su verdad, si es consciente del aquí y el ahora. San Martín no solo palpó esa realidad, sino que se adelantó siglos, prediciendo que su historia (la verdadera) estaría llena de prejuicios y calamidades, de sentimientos y sinceridad. Por eso, a cada quien en sus cartas, dejó una porción de ese tiempo relativo, que al encontrarlo y exponerlo, vuelve a ser presente. Su epistolar aún no ha caducado. Como te he contado, existen muchos SanMartines, y el verdadero San Martín murió muchas veces, para luego convertirse en más que un nombre. No es posible trascender sin cambios radicales, y cada una de esas muertes lo acercó a la gloria de su vida y al legado incalculable de su obra, tallado en el inconsciente colectivo de millones de personas que aún intentamos armar el rompecabezas de su verdad codificada. Pues simplemente fue un hombre con una gran misión, pero no dejó de ser humano. Sin embargo, comprendió el pensamiento y la sabiduría de otras esferas, instruyéndose, formándose e introspectando. Invirtió en lo único que podía darle alas y calmar su sed de saber, transmutando esa sed en conocimiento y llevándolo a la práctica. Esto, aunque parece sencillo, es una labor de toda una vida, evitando el error de la arrogancia y aferrándose a la voluntad para hacerlo. Porque todo lo que sabes vale más de lo que imaginas: es lo único que nadie puede arrebatarte, tu conocimiento.
«Solo la educación libera. La libertad solo puede alcanzarse a través del conocimiento, ya que nos libera de la ignorancia.»
Epicteto
«Las corrientes»
Encontrarás fragmentos, piezas de un rompecabezas inconcluso; nada te dirá todo lo que buscas. Ningún libro, enciclopedia, síntesis o resumen te dará la imagen completa de Sn Martín (sí, él firmaba así). ¿Qué libro sobre él te ha dejado sin dudas? Al abrir una puerta a su vida, puedes encontrar solo vacío, como un agujero negro que te hace pensar: ¿y aquí qué pasó? Cada lugar, persona o situación a su alrededor se vuelve controversial, llena de huecos y de datos fragmentados, mensajes en muchos lenguajes.
Y aquí surgen las corrientes que agrupan a «Los SanMartines» a lo largo de la historia: mito, leyenda, verdad o realidad. En alguna de estas corrientes ya estarás, o terminarás sumergido. Reconocerás a uno o a varios de esos SanMartines. Se ha dicho y escrito tanto que algunas de esas expresiones han distorsionado la realidad, promoviendo un presente falso y un futuro confuso.
Aquí radica lo fascinante: nadie más que tú puede hallar las corrientes de pensamiento sanmartinianas que responden a tus preguntas. Es vital ubicarte en tiempo y espacio para determinar en qué corriente depositarás tu devoción sanmartiniana.
Te advierto, Sanmartiniano, que a veces te desilusionarás, dudarás y quizás experimentarás una crisis de conocimiento. Comenzará una nueva búsqueda en tu conciencia, y podrás aceptarla o rechazarla, cambiar de corriente o encontrar algo más para calmar la sed de la duda. Quizás incluso te alejes definitivamente. Sea cual sea la decisión, es tuya.
Te invito a ser parte de la aventura de reescribir ciertos pasajes de la vida del prócer, del hombre, del padre, del amigo, del militar, del esposo, del amante, del ser lógico, del aventurero, del revolucionario, del hombre público, del artista, del reservado, del Enigmático San Martín. Te dejo una inquietud: después de reflexionar sobre tu relación personal con la figura de San Martín ¿a cuántos reconoces?