enigma sn. martin

Los misterios y secretos detrás del héroe. José Francisco de San Martín , su vida en un enigma constante.


Episodio 5: «Padrino de un Indio» (Parte 2)

«Padrino de un Indio»

Por Eduardo Guidolín Antequera

San Martín : El Ajedrecista

¿Sabías que San Martín era un apasionado del ajedrez? Este juego no solo revela un pasatiempo, sino también su capacidad estratégica, adaptabilidad y visión a largo plazo, cualidades que definieron su liderazgo. Hoy quiero compartir con vos una historia fascinante: el padrinazgo que él mismo confesó, una narrativa que mezcla sus roles de protagonista, director y observador de su propio destino.

Jugando el «ajedrez de la historia», San Martín demostraba su habilidad para anticipar movimientos, adaptarse al tablero cambiante de su tiempo y dejar que la posteridad analizara sus decisiones. En este espacio, exploraremos cómo su pensamiento estratégico se manifestó tanto en su vida militar como en sus relaciones personales, en un equilibrio entre lo táctico y lo simbólico.

«Sus jugadas maestras»

San Martín, el estratega, veía la vida como un tablero de ajedrez: cada jugada tenía un propósito calculado, pensado no solo para el momento, sino para las generaciones futuras. Entre sus múltiples facetas, destacaba su habilidad de usar el ajedrez como herramienta: terapia, meditación o un medio para conectar con sus pares. Esta visión estratégica se reflejó en muchas de sus decisiones, una de ellas particularmente fascinante.

En un movimiento magistral, decidió compartir fragmentos de su vida con un inglés de su absoluta confianza, para que estos fueran publicados en Europa. No era una simple coincidencia; San Martín comprendía el poder de las palabras y el alcance de sus ideas. Sabía que los detalles de su vida, difundidos desde el corazón del Viejo Mundo, resonarían más allá de su tiempo, como una piedra lanzada al agua, cuyas ondas llegan hasta donde la vista no alcanza.

Esta faceta del General encapsula su esencia: acción y reacción, pasado, presente y futuro. En pleno siglo XXI, seguimos descifrando sus mensajes, cargados de intenciones que iban mucho más allá de los límites visibles de su época. San Martín supo contar, gestionar y destacar, pero también ocultar y sugerir, dejando un legado que, como buen ajedrecista, diseñó para que cada pieza cumpliera su papel en el tiempo.

Después de esta introducción viajaremos desde el sur de Mendoza, durante la Gobernación de Cuyo (1816), luego a Londres (1828-1829) y luego al presente.

La Confesión

Uno de los relatos más significativos de la memoria narrativa y descriptiva sobre la vida de José de San Martín (Parlamento con los Pehuenches) fue compartido con William Miller , un joven inglés que abrazó la causa independentista y desarrolló un profundo vínculo afectivo con el General. Este aprecio mutuo es evidente en las memorias que San Martín, además, supervisó de cerca el contenido de estas publicaciones. En cartas dirigidas a Miller, reflexionaba sobre los desafíos de la impresión y, con su humildad característica, advertía sobre el exceso de elogios hacia su figura:

“Permítame que le haga una observación, la que espero no la atribuya a un exceso de moderación sino a verdadera justicia: Ud. carga demasiado la mano en elogios míos, esto dará a su obra un aire de imparcialidad que rebajará un verdadero mérito. Conozco bien la honradez e independencia de su carácter para atribuir sus elogios por deferencia hacia mí, pero por lo general la amistad no es a la verdad un juez bien imparcial”

(Carta del General José de San Martín al General William Miller. Bruselas, 16 de octubre de 1827. San Martín, su correspondencia (1823-1850), Segunda Edición, Madrid: Imprenta de Bailly, Baillière e Hijos, 1910, pp. 78-80).

Debo siempre darte algunos consejos para ponerte en contexto siempre sobre las decisiones sanmartinianas:

«Cabe destacar que San Martín tenía una habilidad muy desarrollada y perceptiva para comunicar solo lo necesario a cada persona, adaptándose a sus intereses y propósitos. Así, sus memorias resultaron en una obra fragmentada, dispersa en distintos continentes, países y, por supuesto, idiomas, dejando piezas de su legado en diferentes manos y lugares».

The Miller Brothers

Los hermanos Miller publicaron sus memorias en dos ediciones: una en inglés, lanzada en 1828, y otra en castellano, aparecida en 1829. Ambas constaban de dos tomos y compartían el título Memorias del General Miller, al servicio de la República del Perú. La versión original fue escrita en inglés por John Miller y traducida al castellano por el general Torrijos, un amigo cercano de los autores.

La edición castellana fue publicada en Londres por los Sres. Longman, Rees, Orme, Brown y Green, con sede en Paternoster Row, y la impresión estuvo a cargo de la imprenta de Carlos Wood e Hijo, ubicada en Poppin’s Court, Fleet Street. Este esfuerzo editorial refleja la importancia y el alcance internacional de la obra.

Miller, in the uniform of the general of the army of Peru, during the Ayacucho Campaign (1824)

Publicación en Español (1829)

Siempre habrá incrédulos y desacreditadores

A menudo se cuestiona la fiabilidad del relato de Miller, pues no estuvo presente en el parlamento que describe y su testimonio fue recogido tiempo después directamente de San Martín. Sin embargo, me detengo a reflexionar sobre los incrédulos que dudan de la capacidad intelectual del General. ¿De verdad creen que los detalles de un evento tan trascendental habrían escapado a su memoria? San Martín, estratega de renombre, entendió como pocos la importancia de los detalles, y no es difícil imaginar que los momentos clave de este parlamento quedaran grabados en su mente con claridad.

El relato de Miller sigue siendo, hasta hoy, el único registro detallado que conocemos sobre el Parlamento con los Indios Pehuenches, y a través de él, podemos apreciar cómo se estructuraron los encuentros y ritualidades que los rodearon. La ceremonia que precedió las negociaciones, el desfile militar y la intervención directa de San Martín como figura central, máxima autoridad de Cuyo, revelan la complejidad de estos eventos, donde incluso el respeto hacia las otras parcialidades, fuera de su jurisdicción, se mantenía intacto.

Miller describe con precisión la fiesta organizada por los indígenas, la interacción cultural y las tradiciones de los pehuenches, donde unas dos mil personas participaron activamente. A lo largo de este encuentro, que no solo fue político sino también un espacio social y ceremonial, se siguió un protocolo preciso: desde las invitaciones y los saludos hasta la despedida y la entrega de obsequios. Así, el relato muestra cómo los Indios del Sur de Mendoza lograban imponer ciertas condiciones en el marco de una negociación donde el simbolismo y la ritualidad tenían un peso clave.

El Parlamento con los Pehuenches

«Uno de los episodios más emblemáticos en la gestión de José de San Martín como Gobernador Intendente de Cuyo fue su interacción con los pueblos indígenas, específicamente el parlamento con los indios pehuenches. Este evento histórico, ampliamente relatado, requiere un análisis detallado que contraste las narrativas tradicionales con la evidencia documental, aportando claridad sobre los lugares, protagonistas y decisiones que marcaron este momento clave en la construcción de alianzas estratégicas en la lucha por la independencia.»

Las puertas del revisionismo

«Un claro ejemplo de estas discrepancias es la discusión sobre el lugar exacto del parlamento: ¿fue en La Consulta o en el Fuerte de San Carlos? Este debate refleja cómo el revisionismo histórico evoluciona constantemente, iluminando detalles que nos permiten entender con mayor precisión las gestiones y decisiones de San Martín en este evento crucial. De este encuentro extraordinario se desprende un dato fascinante: su participación como padrino, un rol que, más allá de ser un acto simbólico, lo coloca nuevamente en la encrucijada de decisiones que tuvo que afrontar, decidir, negociar o simplemente adaptarse . Antes de explorar este aspecto y su significado, es fundamental repasar algunos detalles que arrojan luz sobre el contexto de esta singular decisión.»

Para profundizar sobre este tema te adjunto algunos espacios muy interesantes para ampliar tu búsqueda:

http://ref.scielo.org/zfqmmh

https://elorejiverde.com/el-don-de-la-palabra/3063-los-pehuenches-de-san-martin

Algo más..

Para comprender y contextualizar términos como indios, indígenas, aborígenes, pueblos originarios o pueblos andinos, así como las nociones de territorios y antiguos límites vistos como paradigmas, es necesario reflexionar desde una perspectiva histórica y actual. Este análisis nos permite adoptar una postura informada y crítica frente a la evolución de estas definiciones y su impacto en la narrativa histórica. Como recurso complementario, te recomiendo este podcast que aborda estas temáticas y puede ofrecerte una orientación más profunda:

https://www.youtube.com/watch?v=A2WuszuPduk

El ahijado indio

Citaremos solo un fragmento de lo narrado por Miller, refiriéndose al Parlamento con los “Indios Pehuenches”, donde se narra la historia del ahijado indio.

* A fin de conservar todo el sabor de la época, se ha optado por mantener la grafía original con todas sus incorrecciones.

[..]En esta ocasión ocurrió una circunstancia que prueba la certeza de bañarse las mugeres enseguida de parir, costumbre de que tanto se ha escrito y aun se dudaba. A los dos dias de la llegada de los Indios, parió una de las mugeres y en seguida fué inmediatamente al rio, acompañada de dos mugeres de su misma tribu, se metió en el agua con el recien nacido y permaneció bastante tiempo; á los pocos dias después partió con todos los demas para su tierra, completamente restablecida. El zeloso padre Julian no quiso perder la oportunidad de arrancar el alma del chiquillo de las “garras de Satanás” y empleando una piadosa extratagema lo tomó como para enseñarlo á los compañeros y lo bautizó en el cuarto del general, del cual alcanzó fuese su padrino. Los Pehuenches están separados de los Araucanos por la cordillera de los Andes. Los hombres son de grande estatura, de mosculatura fuerte y marcada, y tienen un ayre expresivo y gallardo. Su poblacion se regula en doce á catorce mil almas, número mucho menor del que tenian ántes que las viruelas y otra enfermedad aun mas horrorosa hubiesen hecho en ellos los estragos que desgraciadamente experimentan. Estos Indios no dan señal de tener ningun obgeto de adoracion, ni forma alguna de culto. Ocupan el territorio que está al pie de la parte oriental de los Andes, y se extiende ciento y veinte leguas desde la orilla derecha ó sur del rio Diamante, que divide y forma el lado sur de la provincia de Cuyo. [..]

Miller, J. ([1829] 1997). Memorias del general Guillermo Miller. (J. M. Torrijos, Trad.). Buenos Aires: Editorial Emecé, pp. 124-125).

La magia de los relatos

Al detenernos a analizar este fragmento, se pueden identificar contrastes significativos entre las narrativas culturales, los cultos religiosos y las dinámicas de poder. Resulta fascinante establecer un paralelismo entre el ahijado «colonizador» (reconocido como español en un episodio previo) y este niño indígena, quien fue bautizado bajo la premisa de «salvarlo de las garras de Satanás». Este acto, impulsado por el cura traductor Julián Inalicán, utilizó la figura de San Martín como símbolo de protección y salvación para el infante. Sin embargo, Miller resalta en sus memorias que los pehuenches no reconocían ninguna divinidad, un detalle que refleja no solo las creencias del autor, sino también la visión occidental que impregnaba este relato. Aquí emerge un punto crítico: ¿la imposición cultural arrastró tanto a San Martín como a los pehuenches hacia un acto que simbolizaba la subordinación de sus valores bajo los cánones religiosos católicos traídos por la conquista?

Dentro de este contexto, San Martín se ve involucrado en un ritual que buscaba redimir al niño indígena según las doctrinas cristianas, mientras que los pehuenches, desde la óptica del cura, eran tácitamente señalados como «ajenos a la salvación». Este bautismo, lejos de ser un acto aislado, está cargado de simbolismos que entrelazan la diplomacia, la necesidad de fortalecer alianzas y la conveniencia de consolidar vínculos en ese momento crucial. El General, entonces, es presentado como el padrino del niño indígena, un gesto que podría interpretarse como parte de su pragmatismo político, ya que su objetivo central no era evangelizar, sino construir puentes y lograr la unidad necesaria para enfrentar a España. No obstante, la religión católica, traída como una herramienta de conquista simbólica, colocó a San Martín en una posición ambivalente: desde una perspectiva, como el «salvador» según la fe cristiana; desde otra, como un líder que buscaba alianzas interétnicas para la independencia.

Este episodio permite reflexionar sobre las múltiples capas de interacción entre culturas, religiones e intereses políticos. Si bien la lucha de San Martín buscaba emancipar al territorio del dominio español, la imposición religiosa como una «segunda conquista» revela las contradicciones inherentes al proceso de independencia. En última instancia, este evento resalta no solo las tensiones de la época, sino también la complejidad de los roles que figuras como San Martín debieron asumir en su búsqueda de libertad para todos los habitantes del territorio.

Reflexiones

Moviéndonos en la línea de tiempo de aquel entonces y entendiendo las dinámicas territoriales de la época, se puede afirmar que San Martín apadrinó a un niño indígena (que no volvió a ver nunca más) en un territorio que, formalmente, tenía otra autoridad: un gobernador distinto, en una región que nunca fue completamente conquistada, ni por españoles peninsulares, ni por criollos o patriotas en el proceso de independencia. Este espacio pertenecía a las parcialidades de los indios del sur, como los araucanos y pampas, comunidades que seguían resistiendo y defendiendo sus antiguas tierras.

Quizás, «Yo soy Indio..»

Este gesto de apadrinamiento, acompañado del poncho (makúñ) que San Martín guardó como reliquia, refleja su profunda conexión con las comunidades indígenas y su habilidad para construir vínculos que trascienden las fronteras culturales y políticas. La célebre frase de San Martín, “Yo soy Indio”, no solo expresa una afinidad cultural, sino que también subraya su enfoque inclusivo hacia quienes consideraba aliados estratégicos y legítimos habitantes de estas tierras. Por ejemplo, durante su gestión polifacética en Mendoza , sus bandos eran traducidos y comunicados para garantizar que todos comprendieran las decisiones y los pedidos.

Su respeto por los guaraníes, el legado del inca, su acercamiento a los huarpes y su relación con los pehuenches muestran una faceta multifacética de su vida, evidenciando su capacidad para representar la unidad. Las premoniciones sobre su destino, narradas en las leyendas, refuerzan esta imagen de integración y respeto mutuo, destacando su voluntad de construir una unión sólida y profunda.

El Pragmático

San Martín entendía que la diplomacia no se limitaba a la firma de acuerdos, sino que requería empatía, comprensión y respeto por las tradiciones de los demás. Esta habilidad fue clave en episodios cruciales como el cruce de los Andes, donde la diversidad de los actores involucrados fue integrada bajo una causa común. Así, el padrinazgo de este niño indígena no solo refleja su pragmatismo político, sino también su capacidad para actuar como un puente entre mundos aparentemente distantes. Este episodio, cargado de simbolismo, refuerza su legado como un líder visionario que entendió la lucha por la independencia como un proceso colectivo e inclusivo, dejando gestos y palabras que aún resuenan con fuerza en el presente.

Conclusiones

Intentar entender un fragmento de la vida de San Martín no es tarea sencilla, ya que requiere sumergirse en una red de elementos que dan profundidad a cada hecho. Sin embargo, es un ejercicio necesario, porque de lo contrario, todo parecería reducirse a «letra muerta».

Las conclusiones que pueden extraerse son diversas y abarcan múltiples dimensiones. En este nuevo episodio, creo que lo más relevante es observar a un mismo hombre, el Padrino, como una figura estratégica que, al mismo tiempo, es vehículo de datos más amplios. En este caso, San Martín se convierte en padrino en una nación ajena, de un individuo de otra etnia, lo que pone en contraste los ideales y tradiciones de ese pueblo. Este acto navega en el complejo rol de la Iglesia como institución: quizás no compartiendo toda su doctrina, pero utilizándola como herramienta de interacción social.

Es importante recordar que la iglesia fue una de las herencias más significativas de la conquista, con todos sus matices, ya sea como imposición o como elemento consensuado. Más allá de juicios absolutos, este hecho refleja una interacción pragmática de San Martín con las herramientas culturales y sociales disponibles en su contexto.

Como siempre, te invito a sacar tus propias conclusiones, porque aquí no se trata solo de observar un hecho histórico, sino de reflexionar sobre cómo cada acción encierra estrategias, simbolismos y decisiones que trascienden su época.

Si analizamos los dos padrinazgos que San Martín asumió bajo la institución de la Iglesia en nombre de Dios, es evidente cómo su código personal y su papel público evolucionaron con el tiempo. En el primero, San Martín es General en Jefe del Ejército de los Andes; en el segundo, ya se ha consolidado como Libertador. Estas «capas» o títulos que la vida le otorgó los usó estratégicamente según el contexto, adaptándose con maestría a cada escenario, como si cambiara de trajes o nombres, pero siempre preservando su esencia: San Martín. ¿Lo notas?

Es interesante que este primer padrinazgo tuvo lugar mientras aún era General, antes de alcanzar su legendario papel como Libertador. Este hecho quedaría más tarde reflejado también al convertirse en padrino del hijo del gobernador Toribio de Luzuriaga (ver El Padrino: Parte 1). En el caso del niño indígena, no existe acta oficial que respalde el evento; el único registro conocido proviene de las memorias de William Miller, quien lo relató basándose en las propias palabras de San Martín.

Pragmático, estratega, camaleónico, adaptable, plural, transgresor, visionario, comandante, General, Libertador, Protector… San Martín fue todo esto y más. Cada faceta de su vida refleja una capacidad única para reinventarse y para adaptarse al tiempo y al espacio, construyendo alianzas, liderando batallas y dejando un legado que trasciende fronteras.

Pero, entre todos estos títulos y atributos, emerge una frase que condensa su esencia y su conexión con los pueblos que habitaban estas tierras: «Yo soy Indio». Tuvo un respeto profundo por las costumbres y tradiciones de los pueblos indígenas de América. Este acercamiento puede haberle dado un posible nuevo título otorgado por los indios: Toki (jefe militar de estas parcialidades) y además, cuenta la leyenda que tuvo confesiones de una «Machi» la cuál le anunció en premoniciones parte de su destino. Las deidades representan a una misma energía, para la conquista es la Cruz de Cristo (y todos sus Santos) para los pueblos indios americanos, sus salvadores eran otros dioses.

Y ahora te pregunto: para vos, esta frase: «Yo soy Indio» ¿Qué significa en la vida de San Martín? ¿Es un nuevo título que agrega a su legado? ¿Es una aceptación cultural y espiritual que trasciende lo simbólico? ¿O es un mensaje desde su presente histórico hacia nuestro presente, invitándonos a reflexionar sobre la integración, la identidad y la lucha por la libertad?.



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