«San Martín y las Corridas de Toros»
Por Eduardo Guidolín Antequera
Episodio 3: “A cada chancho le llega su San Martín”
La frase «A cada chancho le llega su San Martín,» de origen español, se inspira en la tradición de sacrificar a los cerdos en el día del santo francés. Pero, ¿qué Santo es este? ¿Y por qué esta expresión se ha arraigado en Argentina, especialmente en las provincias de Cuyo y, en particular, en Mendoza? Además de asociarlo a una época particular del año, reconocida como “veranillo”. Las expresiones culturales, a menudo enraizadas en la vida cotidiana de un pueblo, poseen el poder de atravesar épocas y fronteras, transformándose con el tiempo y adaptándose a nuevos contextos. Esta frase tan popular abarca historia, hagiografía, religión, territorios, conquista, libertad, estaciones, fechas, y una adaptación al concepto ético y moral de justicia. En su recorrido a través de diversas culturas, el modismo ha generado identidad, convirtiéndose en un reflejo de valores y patrones sociales. Es un recordatorio de que cada acción tiene sus consecuencias y que, tarde o temprano, toda injusticia encuentra su límite. Aunque la frase pueda sonar cruda, su esencia representa una justicia inevitable: todo llega a su debido tiempo.
Como ya te conté –con un poquito de engaño, lo admito– en el episodio anterior, te di pistas de un San Martín torero. Ahora es momento de profundizar en otra faceta suya, menos conocida pero igual de fascinante si la traemos a la actualidad: la de gestor y productor cultural. Sí, el General, organizando corridas de toros. ¿Te sorprende? Qué bueno sentir esa sensación. Nunca debemos perder de vista el factor sorpresa, porque eso nos mantiene en la espontaneidad y, sobre todo, en el presente.
No te preocupes, vas a entender los «por qué» y los «para qué». Además, se abre una gran puerta al «tomar al toro por las astas«. En este episodio vamos a hablar sin tapujos, sin pelos en la lengua y bajo esta premisa: caiga quien caiga. Vamos a tocar temas transversales, algunos incluso polémicos. Pero nada de tibiezas: es hora de afrontar ciertos asuntos con firmeza.
En este episodio, no habrá engaños; al contrario, voy al hueso, sin medias tintas. Para eso, te iré planteando preguntas que tendrás que contestarte vos mismo, pero con una fuerte convicción de verlo a San Martín tal cual fue: sin cortar caminos, sin obviar nada.
Para entrar en contexto, déjame repetir un párrafo que ya mencioné antes, porque creo que es vital para recordar siempre las posturas:
“Siempre habrá quien intente desacreditar la memoria de San Martín aplicando juicios modernos a las decisiones y costumbres de su época. Sin embargo, los procesos socioculturales no pueden analizarse desde la matriz emocional y moral del presente. Las comunidades de entonces eran híbridos multiculturales en constante evolución, y en ese crisol se forjó el propio San Martín”.
Será siempre fundamental acercarnos al contexto y a la historia detrás de la historia que queremos abordar. Antes de llegar a Cádiz, habrá que recorrer otros datos esenciales para contextualizar el todo. Sin embargo, mi enfoque estará siempre en San Martín. Pero, atención: muchas veces no hablaré directamente de él, sino del entorno que lo moldeó. Solo así podemos dimensionar su espectro completo: su visión, misión y las múltiples facetas de su genio.
Mucho se ha dicho sobre un San Martín estático, anclado en las mismas referencias de siempre. Yo, en cambio, creo que hay algo más cada vez que lo descubro. Analizarlo fuera de las batallas que ya conocemos, pero inmerso en otras luchas —culturales, políticas, estratégicas e internas, o sea, consigo mismo— me resulta fascinante. Fue un hombre que supo aprender y aplicar, con una lógica implacable. Sin embargo, sus resultados y el significado total de su obra aún no son completamente comprendidos. Créeme: de su historia faltan reescribir varios «datitos» que han sido mal contados u omitidos por algunos cronistas e historiadores a lo largo de esta vasta y compleja narrativa sanmartiniana.
«Críame España, que te sacaré los ojos»
Las corridas de toros, esta tradición taurina, me dieron una llave para mostrarte una parte de su vida, una que siempre estuvo con él y con la que San Martín tiene un vínculo muy fuerte. Pero también una contra la que tuvo que luchar, no en batallas hacia afuera, sino hacia adentro. ¿Sabés con quién? ¡Con España! Qué difícil debe haber sido enfrentarse a lo que te dio vida durante tantos años. Bien sabemos que las pasiones y los sentimientos nos atraviesan a todos, porque somos humanos. Más allá de los cargos, funciones, roles y desarrollos en nuestras vidas, los sentimientos y las emociones siempre dominan nuestra existencia. El pasado es pasado pero puede ser una carga muy difícil de sobrellevar.
Esta faceta de San Martín, de José, del español criado a imagen y semejanza de la madre conquistadora, aquella que lo crío, que lo formó, suele ser poco explorada. Quizás por obviedad, o por prejuicios que nos llevan a saltarnos un pedazo esencial de la verdad, una verdad que no es lineal, sino un todo complejo y entrelazado. Es hora de buscar a otro de los «SanMartines», uno que muchas veces dejamos de lado: el San Martín español. Este aspecto merece muchas reflexiones. Sin su formación en España, muchas de las cosas que logró en América simplemente no habrían sido posibles. Hay algo que me gusta reafirmar, y tal vez coincidas conmigo: ¿sabés por qué logró muchas de sus hazañas?. Porque conocía y reconocía al enemigo, tanto en sus virtudes como en sus defectos. Esa capacidad fue su ventaja, y no solo en lo militar, también en lo cultural.

«Parte de la obra de Francisco de Goya, desarrollada entre 1814 y 1816, explora el universo de la tauromaquia a través de tres perspectivas fundamentales: la Historia, la Fiesta y el Drama. En sus aguafuertes, Goya reflexiona sobre esta tradición, capturando tanto su contexto histórico como su dimensión simbólica y emocional.»
El Visionario Traidor!
Fue un visionario, alguien capaz de moldear culturas y costumbres para alcanzar un fin que hoy conocemos, pero cuyo proceso sigue siendo lo más fascinante. Ahora pensá en esto: ¿cómo un tipo con acento andaluz, que luchó en el ejército que ahora quería destruir, pudo cambiar de rumbo?. Es destacable la fuerza de voluntad y el dejar de ser quien has sido para convertirte en algo completamente nuevo. Pero imaginate lo controversial que debió ser en su tiempo regresar al Río de la Plata: un “salvador” formado por el enemigo, queriendo darnos la libertad que este pueblo añoraba. Hoy lo entendemos con el diario del lunes, pero ¡es una locura!
Desde el momento en que tomó la decisión de regresar, San Martín se transformó en algo nuevo: un traidor para los españoles, y, paradójicamente, también un traidor para muchos de los que estaban acá. Eso de que todos lo querían a San Martín es una gran mentira. Enemigos, acá, tenía por doquier.
Además, pensá en lo que implicó para él: dejarlo todo allá. Su familia, sus amigos, sus costumbres, los cargos, el prestigio… todo, para venir a empezar de cero, con casi todo en contra. ¡Qué locura, Dios! Qué difícil debe haber sido creerle: un profeta de la libertad, forjado en las garras de la conquista, viniendo a liberarnos. ¡Chan! Qué tarea monumental debió ser convencer a todos. Y cuando digo a todos, lo digo literalmente: si no lograba convencerlos, la causa era imposible. ¡Qué gran misión! Era un elegido, con las agallas y la determinación necesarias para lograrlo.
«Cambiar de piel, a su debido tiempo»
Ya lo dije antes, fue cuántico y con una apertura a reconocer las ventajas y desventajas del tiempo. Por eso mi admiración es constante. San Martín fue un tipo resiliente, que superó las barreras de sus propios límites. Porque, aunque pareciera sencillo, lograr la libertad no es soplar y hacer botellas. La verdadera profundidad de su obra está en el cambio de pensamiento, en cómo logró transformar las mentalidades y las costumbres. Esa es la esencia de las historias que te contaré: cómo supo adaptarse allá y acá, según las circunstancias, sin perder de vista su objetivo.
Para entender a San Martín, tenés que verlo en su totalidad. Porque quien no lo reconozca como un español formado por la madre que lo crío, pero también como alguien que eligió desafiarla por un ideal más grande, se equivoca. Hay un San Martín mucho más profundo y desafiante del que solemos imaginar. Y mientras lo estudiamos, tal vez podamos encontrar algo de su accionar que nos represente… o quizás no. Pero, aun así, su vida sigue siendo un enigma del que podemos aprender. Porque San Martín no fue solo un militar con logros; fue un creador de estrategias y un símbolo de transformación. Fue un hombre que profesó con el ejemplo: primero lo vivió él, lo asimiló, y luego lo plasmó hacia afuera
¿Vamos a buscar a otro San Martín? Si, siempre hay otro.
De Cádiz a las Arenas de América: San Martín, el Toro y la Cultura como bastión de poder
La conexión con los lugares
Recorrer los sitios donde vivió y actuó San Martín no es solo un ejercicio histórico; es una invitación a conectar profundamente con su espíritu y sus decisiones. Los espacios no son meros escenarios, sino catalizadores de transformaciones, de ideas y de propósitos. Cada lugar que pisó fue una página de su vida escrita con la tinta de sus experiencias. España, en particular, fue un capítulo crucial. Allí no solo se formó, sino que absorbió un mundo cultural vibrante. Desde las intrigas políticas hasta las raíces populares de tradiciones como las corridas de toros, San Martín vivió en un contexto en ebullición que lo preparó en su multifacética personalidad para los desafíos de su misión histórica.
El trotamundos
Pensar en San Martín como un trotamundos lo humaniza. Su constante movilidad, elegida o forzosa —ya sea por estrategia, exilio o aprendizaje— le permitió acumular una perspectiva global, algo poco común en su tiempo. En cada lugar encontró focos de transmisión cultural que moldearon su pensamiento y lo enseñaron a adaptarse sin renunciar a sus ideales. Es que, mirá, ese aprendizaje no fue solo militar; iba mucho más allá. Le permitió entender los símbolos de poder y las dinámicas sociales en profundidad, porque, viste, por la fuerza no se puede hacer TODO!.
Y ahí está lo interesante: muchos lo ven al tipo siempre igual, sentado en un escritorio o arriba del caballo, como en esas esculturas de bronce que parecen congelarlo en el tiempo. Pero San Martín era mucho más que eso. Era movimiento, cambio, adaptación, transformación.
De espectador a protagonista: las corridas de toros y la política del espectáculo
San Martín asumió roles distintos según el contexto. En España fue un espectador, un observador que asimiló las expresiones culturales de su tiempo, entre ellas las corridas de toros. Estas, particularmente en Cádiz, tenían un peso simbólico y social profundo. Pero al llegar a América, el rol cambió: pasó de ser observador (espectador) a convertirse en un gestor cultural, o, si nos ponemos contemporáneos, en un productor cultural.
En un contexto de independencia, San Martín entendió que estas tradiciones no eran solo un espectáculo: podían servir como herramientas políticas. La pregunta que enfrentó era clara: ¿administrarlas como un medio de cohesión social o simplemente mantenerlas como distracción para calmar tensiones?
Falta, falta para llegar a todo esto, pero te invito a que vayas reconociendo los roles que adoptó el General antes de sus galardones militares, construyendo en función de la necesidad. Y como San Martín también era ROMANO (sí, sí, era Romano, pero eso te lo voy a contar mucho más adelante en uno de mis libros), estaba influenciado por esos muchachos imperialistas que nos legaron tantas cosas… tantas que hasta hoy se siguen reutilizando tal cual las usaban ellos. Una estrategia brillante: pan y circo para el pueblo.
«Pan y Circo«

Todo tiene un mismo origen a veces, parece que no pero todo va de la misma mano. Ay estos Romanos, cayeron pero dejaron un legado mundial. El paralelismo de las corridas de toro con la frase romana «Pan y Circo» es inevitable. Aunque hoy las formas han cambiado, la esencia se mantiene: el entretenimiento sigue siendo una poderosa herramienta para desviar la atención, silenciar resistencias y dar una falsa sensación de pertenencia. Lo que antes se sacrificaba en la arena, ahora se traduce en ideas y valores que mueren mientras el espectáculo moderno florece (algo de actualidad, viste). Las líneas de tiempo no son lineales, son espiraladas. ¿O acaso no es eso lo que explica por qué todo se repite?
San Martín en su tiempo, con su aguda percepción social, entendió este juego. Sus decisiones culturales, como permitir o fomentar ciertas tradiciones, no eran superficiales; formaban parte de una estrategia más amplia para construir y mantener el orden social en tiempos de cambio.
Las dos caras de una moneda
Las corridas de toros, traídas por los españoles, llegaron junto con iglesias y plazas como parte del «paquete cultural» que se impuso en América. Mientras las iglesias evangelizaban, las plazas ofrecían espectáculo y control. Aunque a simple vista parecen mundos opuestos, en realidad ambos respondían al mismo propósito: consolidar poder.
«La metáfora de la moneda es poderosa. En una cara está el valor visible; en la otra, el control que decide su circulación. Así funcionan las tradiciones: lo que parece un simple acto cultural puede ser, en esencia, un mecanismo de poder.
Es como dice la frase de la canción de Fito: «Son dos, las caras de la luna son dos…». Lo que ves y lo que no ves, aunque siempre están ahí. Con las corridas de toros pasaba algo similar: lo que parecía un espectáculo para el pueblo, también era una herramienta de control, un distractivo diseñado para calmar tensiones, aparentar y para hacer creer que todos eran parte de algo. Y eso, en su esencia, es lo que transforma una simple moneda o una plaza llena en un mecanismo de poder. Así ocurre con las tradiciones y las costumbres; su valor depende de quién las utiliza y cómo las entiende. Las caras de la luna son dos, por eso la moneda de cambio tiene un valor pero del otro lado quién la emite, eso es la misma historia, una moneda.
Te propongo viajar..
Te propongo un viaje: de Cádiz a Buenos Aires, de Buenos Aires a Mendoza, de Mendoza a Chile y de Chile al Perú, siguiendo a San Martín en las arenas de la sociedad. No solo lo veremos como un héroe, sino como un estratega que supo lidiar con los toros simbólicos y reales de su tiempo. Será mucha información así que deberemos pasar a “San Martín, Corridas de Toros, Vol. I “Cádiz”, Vol. II “Buenos Aires”, Vol. III “Mendoza” y Vol. IV “Lima”.
Cádiz, Vol.I

La Tauromaquia: Salto con la garrocha (1959) es parte de la serie de grabados de Pablo Picasso inspirada en la tradición taurina, donde el artista reinterpreta los movimientos y gestos característicos de las corridas con su característico estilo moderno y expresivo.
Cádiz: epicentro taurino y cuna de tradiciones culturales
La construcción de una plaza de toros de madera en el Campo del Sur marcó un antes y un después en la historia taurina de Cádiz. Antes de esto, las corridas se llevaban a cabo en plazas abiertas como la Plaza Real, pero esta nueva estructura reflejó el creciente protagonismo de la tauromaquia en la cultura gaditana. A pesar de las críticas de ilustrados y sectores eclesiásticos, las corridas se integraron profundamente en la vida cotidiana. Incluso cuando Carlos IV prohibió las corridas en 1790, el Cabildo de Cádiz defendió su relevancia, destacando cómo estos eventos habían sido fundamentales para financiar obras públicas y fortalecer la economía local. Durante sus años en Cádiz, San Martín estuvo inmerso en un crisol cultural vibrante, donde la tauromaquia no era simplemente un espectáculo, sino un símbolo de audacia, estrategia y conexión comunitaria. Más que un puerto estratégico, Cádiz era un núcleo de intercambio cultural, el epicentro del toreo moderno, donde las corridas de toros se consolidaban como un fenómeno social y económico profundamente arraigado.
La tauromaquia gaditana no solo ofrecía un espectáculo visual; era una tradición cargada de simbolismo, un reflejo vivo de las dinámicas sociales, económicas y políticas de su tiempo. Cádiz, como cuna del toreo a pie, se erigía en un escenario donde estas corridas trascendían lo lúdico, conectando a las comunidades en un ritual que mezclaba emoción, identidad y cohesión
«San Martín y el legado cultural de Cádiz: entre toros y tradiciones«
En este contexto, no es difícil imaginar a un joven San Martín observando cómo estas tradiciones moldeaban la vida cotidiana. Las plazas de toros gaditanas no eran solo lugares de entretenimiento, sino espacios de encuentro social donde se recaudaban fondos para obras públicas y se consolidaban identidades locales. ¿Cómo no habría de influir este entorno en alguien tan observador y estratégico como él?
La tauromaquia gaditana, con su carga de ritual y espectáculo, seguramente dejó una marca en San Martín. No como torero en la arena, claro, pero sí como alguien que entendió el poder del simbolismo y de las tradiciones para unir a las comunidades. En Cádiz, San Martín no solo vivió la cultura del toro, sino que también presenció cómo estos eventos podían ser herramientas para gestionar la cohesión social y, en cierto modo, se nutrió de estas experiencias para adaptarlas, luego, a su rol de líder en América.
Cuando miremos su papel como organizador de eventos culturales, como las corridas de toros en América, encontraremos un reflejo de este aprendizaje gaditano. Las tradiciones que presenció en España no solo lo formaron como individuo, sino que también enriquecieron su capacidad para comprender y movilizar a las masas, para ser más que un militar: un estratega social.
«Las Plazas de Toros»

The Plaza de Toros of Madrid, pintado en 1865 por William Henry Lake Price, captura la esencia de los espectáculos taurinos en la España del siglo XIX.
Te he hablado de tradiciones, de influencias culturales que dejaron huella, pero ahora quiero detenerme en un elemento esencial: el espacio físico. Este fue vital para que estas actividades cobraran vida. San Martín lo conoció y lo experimentó de cerca durante sus años en España, y más tarde, ese mismo fenómeno, replicado en América, sería adaptado por él con un propósito transformador: ponerlo al servicio de la causa independentista.
Estos sitios, las famosas plazas de toros, no eran solo escenarios para el entretenimiento. Sin ellas, hubiera sido imposible que los espectáculos culturales alcanzaran su plena expresión, y mucho menos que se delimitara un negocio entorno a ellos. Cada expresión cultural que busca monetizarse necesita un espacio diseñado para establecer las reglas del juego, un marco que determine cómo se exhibe el producto y asegure que exista un público dispuesto a consumirlo. Las plazas, en este sentido, fueron mucho más que estructuras; fueron el punto de encuentro entre lo cultural, lo económico y lo simbólico.
La construcción de plazas de toros en los siglos XVIII y XIX no solo reflejó la popularidad de la tauromaquia, sino que también fue un espejo de las dinámicas económicas y sociales de las comunidades donde se levantaron. Estas infraestructuras, ubicadas estratégicamente, no se limitaban a ser espacios para el entretenimiento; respondían a las necesidades de crecimiento y consolidación económica de las localidades.
Además, el fenómeno de concentración de bienes y servicios taurinos en ciertas ciudades evidenció la intencionalidad detrás de esta expansión. Las plazas de toros se convirtieron en mucho más que escenarios de corridas; eran símbolos de poder, herramientas de cohesión social y mecanismos de control cultural que dejaron una marca indeleble en el paisaje urbano y las relaciones económicas de su tiempo.

"Un lance en la plaza de toros", pintado en 1870 por el artista español José Jiménez Aranda, representa con maestría una escena típica de la tauromaquia, capturando el drama y la estética de los espectáculos taurinos del siglo XIX.
[…]Finalmente, la corrida moderna, o toreo a pie, se expandió por toda la península ibérica y buena parte de las ciudades americanas a lo largo de los siglos XVIII y XIX, cuyo indicador es la construcción de las plazas de toros. Dicha construcción reflejó no sólo la afición taurina, sino las vicisitudes económicas de las localidades donde se levantaron, y sus propios procesos de crecimiento económico. Al mismo tiempo, la contratación de bienes y servicios taurinos se fue concentrando en unas pocas ciudades en las que se instalaban los agentes taurinos […]
Gil Lázaro, Alicia. (2015). El mercado taurino en los inicios de la tauromaquia moderna. América Latina en la historia económica, 22(3), 257-263.
San Martín no era ajeno al impacto que las costumbres podían tener en la construcción de una identidad colectiva. Lo que absorbió en Cádiz no se quedó ahí; se transformó en parte de esa vasta riqueza cultural que luego moldearía en el contexto de la América independiente. Cádiz, con su aroma a mar y el eco de las plazas de toros, fue uno de esos capítulos que contribuyeron a las múltiples capas de un hombre que siempre supo observar, aprender y adaptarse. La adaptación la veremos en los próximos episodios, ya que estará de este lado del charco.
Conclusión
El genio adaptable de San Martín
En este episodio, hemos recorrido distintas facetas de nuestro querido General, descubriendo una vez más que su figura es inagotable en matices y perspectivas. San Martín, siempre pragmático y adaptable, se nos presenta como espectador, aprendiz, gestor cultural, estratega y líder. Estas capas reflejan a un genio que supo moldearse a las exigencias del momento, sin perder de vista su propósito.
En este primer Vol. Cádiz, te he mostrado de dónde viene y lo que traerá consigo más adelante: la carga simbólica de una identidad compleja, tejida entre dos mundos. San Martín no solo debía enfrentar las exigencias de su misión en América, sino también reconciliar lo que llevaba de España en su formación con la necesidad de romper con ella. Este choque entre lo que era y lo que debía ser no fue solo externo, sino profundamente interno. No te olvides que América, en su lucha por la independencia, estaba repleta de españoles. Y ahí, entre la resistencia, la desconfianza y las tensiones, él tendría que adaptarse una vez más, moldeando las realidades culturales y sociales para convertirlas en herramientas de transformación. ¿Cómo lo logró? Esa es la verdadera magia del General: convertirse en el puente entre mundos, enfrentarse a sí mismo, y salir adelante con la claridad de su propósito intacta.
Aquí lo he citado en su rol de espectador y aprendiz durante su estancia en España, absorbiendo influencias que más tarde adaptaría como gestor cultural en América. Ya en Mendoza y Lima, en su papel de anfitrión y líder, supo usar estas mismas tradiciones como herramientas estratégicas. La tauromaquia, que en España significaba poder, cohesión y recaudación, se convirtió en un arma más en su lucha libertadora, utilizada hábilmente para desestabilizar a quienes un día la habían erigido como símbolo de control.
Esta dualidad, su impronta española enfrentada al llamado americano, añade una profundidad fascinante a su figura. Más de dos décadas bajo la influencia de una cultura que un día reconoció como opresora, lo llevaron a una guerra no solo externa, sino también interna: una lucha contra lo que lo formó, lo que valoraba, pero que entendió como injusto para otros.
«Deja de ser quién has sido»
San Martín fue un hombre que tuvo el coraje de desprenderse de sí mismo, de aquello que le era familiar, para abrazar una causa más grande: la libertad y la equidad de los pueblos americanos. Su capacidad de adelantarse a sus adversarios, de conocer sus debilidades y aprovecharlas, fue su mayor fortaleza. Fue un español con alma criolla, un estratega que supo construir un plan alternativo donde su enemigo solo veía certezas.
La adaptación de las corridas de toros como estrategia, al igual que tantas otras decisiones ingeniosas, nos habla del genio creativo de San Martín y de su compromiso inquebrantable con la causa libertadora. De Cádiz no se olvidó jamás, y de España, mucho menos. Al fin y al cabo, era como ver al enemigo reflejado en el espejo todos los días. Creo que más de una vez debió preguntarse quién era realmente. Tal vez él mismo llegó a reconocer que hubo muchos San Martines a lo largo de su vida.
Y ahora, te dejo con estas reflexiones hechas preguntas: ¿Podemos, como lo hizo San Martín, reconocer y utilizar las herramientas del presente para enfrentar nuestras propias batallas culturales y sociales?
¿Qué harías si te encontraras luchando contra todo lo que te ha formado, contra lo que amas y valoras, sabiendo que esa misma estructura daña a otros? ¿Tendrías el valor de desafiarlo todo, incluso a vos mismo, por un ideal más grande?
Espero encontrarte en el próximo episodio, abrazo.


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