«Las Obras de Arte Religioso de San Martín»
Por Eduardo Guidolín Antequera
Episodio 3: “A cada chancho le llega su San Martín”
La frase «A cada chancho le llega su San Martín,» de origen español, se inspira en la tradición de sacrificar a los cerdos en el día del santo francés. Pero, ¿qué Santo es este? ¿Y por qué esta expresión se ha arraigado en Argentina, especialmente en las provincias de Cuyo y, en particular, en Mendoza? Además de asociarlo a una época particular del año, reconocida como “veranillo”. Las expresiones culturales, a menudo enraizadas en la vida cotidiana de un pueblo, poseen el poder de atravesar épocas y fronteras, transformándose con el tiempo y adaptándose a nuevos contextos. Esta frase tan popular abarca historia, hagiografía, religión, territorios, conquista, libertad, estaciones, fechas, y una adaptación al concepto ético y moral de justicia. En su recorrido a través de diversas culturas, el modismo ha generado identidad, convirtiéndose en un reflejo de valores y patrones sociales. Es un recordatorio de que cada acción tiene sus consecuencias y que, tarde o temprano, toda injusticia encuentra su límite. Aunque la frase pueda sonar cruda, su esencia representa una justicia inevitable: todo llega a su debido tiempo.
«Una búsqueda constante»
Siempre ha sido un tema de debate intentar encasillar la imagen de San Martín dentro de una doctrina específica en cuanto a sus creencias religiosas. ¿Fue católico, católico apostólico romano, protestante,masón, politeísta, adorador del Sol, ateo, o una mezcla de todo ello? No es nuestro propósito enjuiciar su postura en este episodio, pero sí destacar el hallazgo de dos obras de arte de tinte religioso, muy representativas, que recibió y conservó a lo largo de su vida: primero en Chile, luego en Mendoza, y finalmente durante su ostracismo en Francia. Sin duda, estas dos obras estuvieron bajo su consideración y fueron atesoradas, quizás por diversas circunstancias que reflejan su profunda conexión con el arte y la espiritualidad.
Es bien sabido que San Martín era un hombre de formación constante, siempre en busca de actualizarse a través de la lectura y el aprendizaje. Abocado a las letras y a la cultura, se erigió como un gran precursor de la educación, impulsando la formación de bibliotecas y siendo un admirador del arte en todas sus expresiones. Pintor, músico, bailarín y estimulador de festividades que ya hemos abordado en episodios anteriores, entendía estas celebraciones como un regocijo y una expresión vital de la comunidad. Sin embargo, supo mantener un equilibrio excepcional: librar batallas tanto en el ámbito exterior como en el interior.
Su devoción, o quizás su introspección, lo llevaron a canalizar las expresiones del espíritu de manera única. Supo ser un reflejo del alma humana, comprendiendo que el hombre necesita dos tipos de alimento: uno que da vitalidad al cuerpo físico y otro que nutre el alma, el interior, aquello que nos conecta con la espiritualidad, con lo superior, con lo que trasciende la carne.
San Martín, más allá de sus hazañas militares, nos dejó un legado que invita a reflexionar sobre la importancia de alimentar no solo el cuerpo, sino también el espíritu, a través del arte, la cultura y la búsqueda constante del conocimiento. Y también a través del camino de la religión, entendida como ese vínculo con lo desconocido, aquello que llamamos Dios o que, según la doctrina, se representa en santos y símbolos. Aquí entramos en otro terreno: el de las instituciones que dictan cómo debe ser esa conexión.La Iglesia ha sido, a lo largo de la historia, muchas cosas a la vez—pero hoy nos detendremos solo en su papel dentro del arte.
Me quedo con una frase que me enseñó un gran maestro: El hombre que busca el equilibrio entre lo interior y lo exterior, entre lo terrenal y lo divino, deberá nutrirse de cuatro caminos: Ciencia, Filosofía, Arte y Religión. De lo contrario, siempre estará incompleto.
«El hombre debe comer dos veces: una para alimentar el físico y otra para alimentar el espíritu.» E.D.
«El que busca encuentra«
Como buen buceador de historias y poco convencido de lo que se ha dicho hasta ahora, me aventuré en un nuevo desafío. A partir de un análisis documental y, siempre lo aclaro, tratando de entrelazar todo con el hilo enigmático de los acontecimientos que rodearon a San Martín, me encontré con detalles que suelen pasarse por alto al investigar la vida de un hombre como él. San Martín guardó muchos más secretos en su intimidad de los que se conocen sobre sus estrategias y virtudes militares.
Los lugares de residencia, tanto fijos como temporales, que ocupó durante su gesta en Argentina, Chile y Perú, entre 1812 y 1824, esconden numerosos misterios. Y si seguimos su rastro en su exilio, en su aventura de trotamundos, moviéndose constantemente y vinculándose con infinidad de situaciones y personas, se desata una catarata de nuevas pistas para rastrear sus acciones. Como buen espía que fue, y como pergeñador de planes estratégicos, es evidente que aplicó esa misma meticulosidad a su propia vida. Hay que decir sin decir, contar sin contar; códigos, cifras y misterios siempre orbitaron a su alrededor. Por eso, este personaje resulta tan fascinante.

«Campo Chileno», pintura de Rosmari Valdes Guaschino.
La Chacara de Chile
Tendremos que movernos entre las líneas del tiempo, desentrañar cada situación en su momento justo. Vamos allí, donde están los registros, donde encontré los detalles de las obras de arte que pondremos en escena. Nuestro punto de partida nos sitúa después del triunfo en la Batalla de Chacabuco, aquel 12 de febrero de 1817. Un momento clave. San Martín, el vencedor, el estratega, fue reconocido por el pueblo chileno por su papel en la independencia de esta tierra.
Por los méritos conseguidos por el General en Jefe de los Ejércitos Unidos, el Ilustre Cabildo, Justicia y Regimiento de Santiago de Chile, y el Director Supremo del Estado, Brigadier O’Higgins, le otorgaran el 22 de Julio de 1817 la escritura de una “propiedad finca chacara del fugado Beltrán”, situada en la Doctrina (parroquia) de Nuñoa. Tierras que poseían edificación, viñas y arboledas y potreros. (DHGSM, Tomo VI, Documento 1084, pp.53-56).
«Nota: esta propiedad (denominada «La chilena») le traería muchos dolores de cabeza a San Martín. ¿Viste cuando algo es un perno? Bueno, así tal cual.»
Un vasto inventario de muebles y objetos poseería la chácara obsequiados por O’Higgins para la residencia y estadía temporal de San Martín.
De la nómina de muebles y objetos entregados al Capellán Bauzá, por disposición de su gran amigo O’Higgins, (7 de septiembre de 1817) para la residencia temporal de del General en Jefe de los Ejércitos Unidos, Coronel Mayor José de San Martín, se deducen varios aspectos de los elementos con los que contó ese inventario (DASM, Tomo VI, Documento 1121, pp. 186-196)
Inventario 1
Del análisis del inventario que poseía el establecimiento podemos deducir algunos elementos utilizados para la liturgia, lugares sacros y utilitarios de culto religioso, que son los de nuestro interés en este contexto.
[…] 29 láminas romanas…(13 entregadas por el Fray), 3 misales, 1 cajita para hostias,1 altar portátil,1 pileta de cristal para agua bendita,1 cuadro de terciopelo para poner un Santo Cristo (que Bauzá aclara lo tiene guardado),2 marcos en su pared ordinarios, una de las Bodas de Caná y el otro de la Cena, 1 oratorio con sus elementos, 1 cruz con un Santo Cristo y sus cantoneras de plata, 12 libras de cera de caberia, un altar con tarima alfombrado, 2 copas grandes de cristal doradas con sus tapas, 16 copas pequeñas como para mistela, todas doradas, 6 bujías de esperma, 22 retratos de los Obispos, 1 lámina con marco de plata, 5 pares de candeleros de platina, 4 espabiladeras inglesas con sus platillos de charol, 7 braseros de cobres, entre otros elementos.
Las obras con un profundo significado
El valor del arte (piezas originales y réplicas)
El arte ha sido, desde siempre, un medio fundamental para las múltiples expresiones del ser humano. Sin embargo, su valor y apreciación no se limitan solo a quienes lo crean, sino también a quienes lo reciben. Aquellos que poseen una obra le otorgan un valor especial, ya sea por su calidad, por quién se la entregó o por el significado que encierra esa imagen. Muchas de estas piezas, quizá únicas, guardan un misterio en su origen: no siempre se sabe quién las creó, quién las transportó o quién las comercializó.
Dos de los cuadros citados en el inventario que detalle el Fray, hacen referencia a obras de gran relevancia artística, histórica y cultural, cargadas de simbolismo y con una interpretación profunda tanto dentro del culto religioso como del esoterismo.
Los cuadros (replicas)
Estas son las obras de arte que me llevaron a profundizar su significado, y detectarlas en la línea de tiempo mucho más adelnate, en el archivo de las pertenencias de San Martín. Dejame contarte un poquito de cada obra.
«Las Bodas de Caná»

«Las Bodas de Caná», del pintor renacentista Paolo Veronese, es una obra monumental tanto en dimensiones como en impacto visual. Realizada en 1563, esta pintura al óleo sobre lienzo mide 994 cm de ancho por 677 cm de alto, convirtiéndola en una de las más grandes del Renacimiento. Su destino original fue el refectorio del Monasterio de San Giorgio Maggiore en Venecia, donde permaneció durante 235 años hasta ser saqueada por las tropas de Napoleón en 1797, durante la Campaña de Italia. Desde 1798, se encuentra en el Museo del Louvre, donde sigue asombrando a los visitantes.
Te dejo más sobre la obra original https://anamariabrandolini.wordpress.com/2020/05/31/la-silenciosa-bodas-de-cana/
La obra representa el relato bíblico del primer milagro de Jesús, narrado en el Evangelio de Juan (Jn 2,1-11): la transformación del agua en vino durante un banquete nupcial en Caná de Galilea.
Evangelio de Juan
1 Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús.
2 Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.
3 Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.
4 Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.
5 Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.
6 Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros.
7 Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba.
8 Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron.
9 Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo,
10 y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora.
11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
📖 Cita bíblica: Juan 2:1-11 (Reina-Valera 1960)
Sin embargo, más que una escena de carácter exclusivamente religioso, Veronese convierte el episodio en un fastuoso festín veneciano del siglo XVI, con más de 130 personajes distribuidos en dos niveles: la parte inferior, colmada de invitados, sirvientes y músicos, y la parte superior, dominada por una imponente arquitectura clásica.
En el centro de la composición, Jesús y la Virgen María se distinguen entre la multitud, con los apóstoles cerca de ellos. Pero los recién casados, curiosamente, están desplazados al extremo izquierdo de la mesa, en un gesto que relega su protagonismo frente a la presencia divina. Delante de Cristo, un grupo de músicos vestidos a la moda renacentista—se dice que algunos son retratos de artistas contemporáneos—parecen a punto de tocar, aunque el ambiente mantiene un solemne silencio, acorde con la función del refectorio donde la pintura debía ser exhibida.
Veronese plasmó una fastuosa escena donde los detalles evocan el lujo y la cultura veneciana: copas de cristal, manjares exquisitos como frutas escarchadas y dulce de membrillo, y un refinado juego de luces y texturas. Pero más allá de la opulencia, la pintura es una alegoría sobre la transformación y la abundancia espiritual que simboliza el milagro de Cristo. En su tiempo, la obra causó revuelo precisamente por su enfoque en el esplendor de la celebración más que en el aspecto religioso, un sello distintivo del artista, que siempre supo conjugar la sacralidad con el teatro del mundo terrenal.
La Última Cena: El Genio de Leonardo

La Última Cena es una de las obras más icónicas del Renacimiento, creada por Leonardo da Vinci entre 1495 y 1498. No es un óleo sobre lienzo como Las Bodas de Caná, sino un fresco experimental pintado al temple y óleo sobre yeso seco, técnica que, aunque permitió mayor detalle, hizo que la obra comenzara a deteriorarse rápidamente. Se encuentra en el refectorio del convento de Santa Maria delle Grazie en Milán, donde los monjes la contemplaban mientras comían, convirtiéndola en una reflexión visual sobre el sacrificio de Cristo.
Este tema alude a La Última Cena, un episodio bíblico fundamental narrado en los Evangelios (Mateo 26:17-30, Marcos 14:12-26, Lucas 22:7-39, Juan 13:1-17). Representa la última comida que Jesús compartió con sus discípulos antes de su crucifixión, un momento cargado de simbolismo y significado espiritual. Este pasaje ha sido un tema recurrente en el arte cristiano, y la versión de Leonardo da Vinci es, sin duda, una de las más famosas y estudiadas.
Leonardo no solo capturó el instante en que Jesús anuncia que uno de sus discípulos lo traicionará (Evangelio de Juan 13:21), sino que también revolucionó la composición artística de la escena. Organizó a los apóstoles en grupos de tres, con Cristo en el centro, creando una estructura triangular perfecta que aporta equilibrio y profundidad a la obra. A diferencia de la grandilocuencia festiva que caracteriza a otras representaciones, como la de Veronese, en la obra de Leonardo predomina la tensión dramática: cada personaje reacciona de manera única ante las palabras del Maestro, mostrando emociones que van desde la incredulidad hasta la angustia.
Judas, el traidor, se distingue por su postura esquiva y la bolsa de monedas que sostiene en su mano, símbolo del precio de su traición. Sin embargo, surge una pregunta interesante aprovechando la ocasión: ¿Judas fue simplemente un traidor, o su actuación fue necesaria dentro del plan divino? Esta ambigüedad añade una capa de profundidad tanto al relato bíblico como a su representación artística.
Te dejo para ver más sobre la obra original https://artedivague.wordpress.com/2016/07/25/la-ultima-cena-leonardo-da-vinci/
Otro detallito…
El Misterio de María Magdalena
Uno de los elementos más controvertidos surge de la figura a la derecha de Jesús, tradicionalmente identificada como Juan el Evangelista. Sin embargo, algunos teóricos, como Dan Brown en –El Código Da Vinci– han sugerido que esta figura podría representar a María Magdalena debido a su aspecto andrógino, sus facciones suaves y la aparente conexión simbólica con Cristo.
La disposición de María Magdalena y Jesús en La Última Cena ha generado numerosas interpretaciones, algunas de las cuales sugieren que su posición forma una “V”, un símbolo que algunos han asociado con el cáliz o el Santo Grial. Sin embargo, este Grial no sería la copa dorada de las leyendas o de las películas como Indiana Jones, sino algo más profundo y terrenal: un símbolo que representa el equilibrio, la dualidad, la energía y, sobre todo, el rol fundamental de la mujer en la historia espiritual.
Esta lectura esotérica ha sido objeto de controversia. La Iglesia y ciertos sectores han rechazado firmemente esta interpretación, afirmando que la figura a la derecha de Jesús no es María Magdalena, sino el discípulo Juan, representado clásicamente como un joven imberbe en el arte renacentista. La idea de que Jesús pudiera haber tenido una compañera, incluso una esposa, desafía las narrativas tradicionales y ha sido descartada con un “elegante golpe de sotana”, como suele decirse.
Sin embargo, esta discusión invita a la reflexión. ¿Por qué resulta tan disruptivo imaginar que Jesús, como figura histórica y espiritual, pudo haber tenido una relación íntima o una conexión profunda con una mujer? En un mundo donde todo está interconectado, donde la existencia se basa en relaciones y equilibrios, ¿no sería lógico pensar que la energía femenina tuvo un papel crucial en su vida y enseñanzas? Cuánto debe cambiar nuestra perspectiva para aceptar que la historia, incluso la sagrada, puede tener múltiples capas y significados.
Y aquí es donde el arte y la religión chocan en una danza simbólica digna de análisis. Leonardo, el genio ambiguo, el que coqueteaba con el pensamiento gnóstico, trabajando para la Iglesia Católica, la misma que durante siglos construyó su narrativa en torno a la idea de que María Magdalena era una prostituta, pero si nos vamos a los textos apócrifos, a los Evangelios Gnósticos, nos encontramos con otra historia: Magdalena no es la caída, sino la compañera de Cristo, la Madre Venerada, la mujer custodiada por los Templarios. Otro dato apasionante, detrás o delante de una obra magnífica.
Desde esta perspectiva, La Última Cena no es solo un cuadro. Es un mensaje. Un enigma visual. Tal vez un código, o quizás una verdad oculta a plena vista. Lo que es seguro es que Da Vinci, con su mirada y su intelecto inquieto, nos dejó una obra que sigue haciendo hablar siglos después.
Los enviados, en busca de las reliquias

La familia del General regresaría a Buenos Aires en un contexto de agitación social y política. Juan Ramón Balcarce, tío de Mariano, sería destituido, y Juan Manuel de Rosas volvería al poder. Si bien la situación de Balcarce era un factor a considerar, detrás de ese retorno había otras razones, menos visibles, vinculadas a los pedidos del propio San Martín. La falta de pago de sus haberes le había generado pérdidas económicas, y necesitaba atender asuntos relacionados con sus propiedades, documentos públicos y ciertos arreglos tanto en Buenos Aires como en Mendoza.
En la capital, la familia contaba con el respaldo y el cuidado de los Escalada y los Balcarce, además del apoyo de viejos amigos de confianza del General como Goyo Gómez. En Mendoza, otro círculo de aliados y protectores de los intereses sanmartinianos (entre ellos Pedro Molina) brindaría apoyo para llevar adelante los encargos del General, tanto los que podían exponerse abiertamente como aquellos que se manejaban en la sombra.
Como apoderado de San Martín, Balcarce tendría la tarea de firmar y organizar el nuevo plan según los designios de su padre político, asegurando que cada pieza encajara en la estrategia trazada.
La Familia Balcarce- San Martín se agranda
La nieta del Libertador nació en suelo argentino. Otra de sus brillantes estrategias. Su infanta mendocina, al pie de la Cordillera de los Andes; y su nieto/a (antes no había eco para saber el sexo, la noticia era face to face) a la luz de Buenos Aires, la ciudad del Río de la Plata.
Sus semillas, su herencia, lo que dejaría atrás para que el tiempo hiciera germinar su legado. Nada era casualidad. Todo estaba premeditado en la cabeza de ese hombre que jugaba con los años como piezas de ajedrez.
Finalmente sería una niña. María Mercedes Balcarce San Martín, la primera nietita del Libertador, vino al mundo en Buenos Aires el 14 de octubre de 1833.
Las tesoros conservados en Mendoza
San Martín á Balcarce y su esposa
Mis amados hijos:
París, 5 de diciembre de 1835(3)
Con sólo cinco días de diferencia, he recibido sus dos cartas de 1.° de agosto y 4 de setiembre, á las que voy á contestar por última vez, pues al recibo de ésta ya estarán en vísperas de partir. Inmediatamente que recibí la carta para el librero, Mr. Jorge, ó José, me vine á París para entregársela; él me dijo que al siguiente día me daría la contestación; ella es la siguiente:—
1.», que era imposible en un corto tiempo encontrar los libros que se le piden de ocasión; 2°, que no se le indica la edición de las obras; y 3°, que aunque se compren nuevas todas las obras que se le piden, no las podrá entregar por lo menos hasta fin de este mes. Á estas dificultades, agregadas las de ignorar para qué época habrá buque disponible que pueda partir para Buenos Aires, en el Havre, nos han hecho decidir á suspender la remisión de los libros, pues no podrían llegar antes de la salida de ustedes de ésa. Por otra parte, yo he creído que para que este negocio tenga buenos resultados, será más conveniente se haga por usted mismo respecto al poco tiempo que pueda usted tardar en venir.
Vengan los papeles rotulados: interesantes. El estandarte, el tintero de la inquisición, en fin, si usted cree que los otros papeles pueden dejarse con seguridad en ésa, háganlo en el concepto que como yo estoy y estaré retirado del mundo, para mí no serán de ninguna utilidad y sí para ustedes y sus hijos. Ya tengo dicho á usted últimamente sobre el reloj. Si él vale la pena de costear su conducción y se halla en buen estado, tráiganlo—de lo contrario véndanlo, si hay comprador; lo que sí les encargo se traigan es mi sable corvo, que me ha servido en todas mis campañas de América, y servirá para algún nietecito, si es que lo tengo. En cuanto á lo demás, ya tengo escrito con extensión en la suposición de que deben venir contando no volver á América hasta después de mi muerte.
Encargué á usted dos ó tres pieles de tigre: no traiga usted más de una; esto es si es buena y á un precio que no pase de 10 á 15 pesos á lo más, esto en plata. Yo creo que lo más que ustedes pueden aguardar para su salida es hasta mediados de marzo, para recalar en mediados de mayo. Si ustedes salen más tarde, pierden la bella estación de la primavera. Cuando salimos de ésa con Mercedes para Europa, lo verificamos el 11 (10) de febrero, época, en mi opinión, mejor que marzo, y tuvimos un excelente viaje. Va, por última vez, la inclusa de Delpech. Déle usted dirección y vea de traer una respuesta. Yo pienso pasar la mayor parte del invierno en Grand-Bourg, tanto porque me encuentro mejor de salud, cuanto porque no me gusta la residencia en París, demasiado bulliciosa en comparación de la calma y tranquilidad que gozo en el campo.
Cuando lleguen ustedes al Havre, no se detengan sino lo más preciso y vénganse en seguida. Es menester escribirme el mismo día de su llegada, pues como la carta tiene que ir á Grand-Bourg, se atrasa un día y otro que necesito para venir á esperarlos. En esta carta me dirán el día de su salida, hora de su llegada á ésta y diligencia en que vienen, para esperar los. Los efectos que traigan, los pondrán en una de las casas Roulage Aceleré, que hay en el Havre, pues si vienen por el Roulage ordinario, tardan muchos días, y el objeto es el de irnos al campo inmediatamente. La «Herminia» saldrá el 12 de éste; yo estoy muy agradecido al capitán Soret, que ha estado varias veces á buscarme; desgraciadamente me hallaba ausente en una casa de campo del amigo Aguado, en el Berry — lo que me ha impedido haber tenido el gusto de verlo.
Muchas cosas á la mamá y hermanos.
Adiós, hijos míos, hasta que tenga el gusto de abrazarlos su padre y mejor amigo
Muchas cosas á Goyo Gómez.
San Martín.
San Martín, J. de. (1910). Su correspondencia, 1823-1850 (2ª ed.). Imprenta de Bailly-Baillière e Hijos. (pp. 324-325)
Balcarce le responde a San Martín
«Nos dice, Balcarce obedeciendo a las instrucciones de San Martín le hizo envío de distintas prendas y objetos que le pertenecían y que se encontraban en Mendoza. Es así como sabemos que en uno de estos envíos le remitió debidamente acondicionados : una escopeta de dos caños, otra con culata de desarmar, otra de viento con sus útiles completos, un rifle inglés, un sable árabe dorado, une espada dorada, una de acero con guarnición española, un birigú blanco, un cuadrante de bronce, dos frenos, dos polvorines, un retrato de Torre Tagle, un tintero de plata con cuatro piezas, dos pinturas sobre hoja de lata, dos manteles con servilletas, un anteojo y el asta-bandera del estandarte de Pizarro«.
Otero, P. (1956). Ostracismo y apoteosis, 1822-1850 (Tomo IV). Buenos Aires: Sopena Argentina S.R.L.(pp. 242-243).
Este Inventario del Cajón de Armas de Mendoza de 7 de Agosto de 1833, Mariano Balcarce, figura en» San Martín Su Correspondencia» (1910), pp.326-227.
Vamos cerrando pibe!
Viste que nunca hay tiempo, pero leer te ayuda a capitalizar conocimiento y a entender el entramado de las cosas. Te da una visión más amplia de los acontecimientos, aunque, como decía el filosofo: “No hay hechos, solo interpretaciones». De estos antecedentes expuestos, tomamos la extracción de evidenciar estas- dos obras de arte- que el general San Martín poseía entre sus pertenencias más preciadas. Es posible que las haya obtenido en Chile, a través de O’Higgins, como parte de los obsequios otorgados por sus méritos. Luego, las obras se encontraban en Mendoza, seguramente en su casa de campo en Barriales.
¿Por qué esta posibilidad? San Martín utilizó la casa provista por el Cabildo para mantenerse en el epicentro de la capital, pero está más que demostrado que sus afectos estaban en Barriales. Un lugar discutido por su ubicación, su dimensión y por todo lo que sucedía en aquel contexto, ya que allí eligió alejarse de la vida pública y volverse un hombre común. Más adelante abordaré con minuciosidad el territorio y plantearé una nueva versión de los hechos, anclando documentos, pero también contrastándolos con la realidad del mismo territorio.
Pero volvamos al yerno, Balcarce. Es él quien detalla las pinturas y remite la información sobre estos dos cuadros pintados. Deducimos (ya te metí en la bolsa, ja!) que se trata de las obras que evocan «Las Bodas de Caná y La Última Cena«. Si esta hipótesis es correcta, al analizar ambas piezas descubrimos los profundos significados que profesan: la primera representa el primer milagro de Jesús «el Cristo», convirtiendo el agua en vino; la segunda muestra la última cena de aquel hombre junto a sus apóstoles (12, o 13 o más) que marcaría un antes y un después en la historia de la humanidad.
¿Habrá sido el General un fiel devoto? ¿Reconocería en Jesús y María sus profundos significados? ¿Habrá identificado en estas dos representaciones los simbolismos esotéricos que resguardan? ¿Conocería quién fue Veronés y quién fue Da Vinci? ¿Estaría al tanto del saqueo de Napoleón de la obra original? (Tenía un cuadro de Napoleón colgado junto al suyo y al de Wellington, ¡dataso!) ¿Habrán permanecido estas obras en su altar privado, en una sala, en el comedor de alguno de sus espacios en Mendoza? ¿Sabía acaso el origen de quienes hicieron las réplicas? ¿Por qué las conservaría tanto tiempo? Muchas preguntas, sin respuestas. Vos podes formularte otras.
Conclusiones
Acá hay para hacer dulces, pero voy a sumergirte en la búsqueda de mis pensamientos, hasta donde puede llegar lo que se tiene como dato y lo que no podemos saber (aún). Porque muchos de los detalles están perdidos en la máquina del tiempo, sin dejar rastros. Y esto, también, es San Martín: su enigma.
Arte
San Martín era un tipo respetuoso del arte. Admirador de obras, conservador de retratos—como el de Torre Tagle, que figura en el mismo listado. Se reflejó en la pintura, en los naufragios y en los abanicos que alguna vez pintó. Tuvo en sus manos piezas de un valor incalculable, algunas solo de paso, otras para siempre. Y la vida lo dejó en una encrucijada: en el futuro, debería hacerse cargo de la vasta colección de Aguado, que competía con la del Louvre. Imaginate. Pero eso es para más adelante.
Sentimientos internos
¿Por qué esas dos pinturas? Es difícil saber si fueron un encargo suyo o simplemente un obsequio. Lo que sí sabemos es que, en su arte religioso, Bauzá, su capellán, le sugirió en otros documentos la inclusión de imágenes devocionales. Entre ellas, se encontraban una imagen de la Virgen de los Dolores y otra de la Virgen del Carmen con un niño en brazos. Estas obras reflejan la profunda conexión de San Martín con su espiritualidad, materializada en la idea del oratorio y el altar privado, espacios íntimos de reflexión y fe.
Esta etapa espiritual no fue algo aislado, sino que se entrelazó con otros aspectos de su vida. Por ejemplo, su devoción se manifestó en gestos concretos, como el nombre que eligió para su hija: Mercedes. Este nombre no fue casual, sino que estuvo inspirado en la Virgen de la Merced, por quien San Martín tendría una devoción especial. Según la tradición conocida a la Virgen del Carmen , la «Generala Religiosa» le habría entregado su bastón de mando antes de partir con su Ejercito al Cruce de Los Andes, en un simbolismo de protección y liderazgo divino.
En la vida de San Martín, siempre hubo un profundo respeto hacia las deidades, representadas en dos polaridades: el Padre (Dios) y la Madre (Virgen/Mujer). Estas figuras no solo eran objetos de veneración, sino que también se tradujeron en símbolos, acciones, gestos y sentimientos que se hicieron tangibles en su cotidianidad. Así, su fe no se limitó a lo abstracto, sino que se manifestó en decisiones y actos concretos, dejando una huella imborrable en su legado.
Plural, Politeísta
En el detalle de Bauzá, otros Dioses: Las láminas romanas, otro gran detalle. San Martín lo era también, en sus principios y en su formación: estoico y romano. Es importante siempre destacar de dónde venía. Pasó poco tiempo en América y todas sus influencias las obtuvo en el viejo continente. San Martín se identificó con los ideales de la Masonería, adoptando sus valores de libertad, razón y solidaridad en su lucha por la emancipación americana. El concepto de religión y la cruz llegaron con la conquista, no me voy a cansar de decir esto. Y acá, qué Salvador o qué Dioses existieron? José fue siempre muy respetuoso de las creencias de los nativos. Su vínculo con los guaraníes, araucanos, pehuenches, huarpes e incas siempre estuvo presente en su reconocimiento. Esto, para comprender la pluralidad de San Martín. Sí, San Martín fue un ser plural en todos los órdenes, respetando todas las expresiones dentro de los conceptos de equidad, lógica y justicia. Y si aún no me creés, recordá la séptima máxima en las enseñanzas de San Martín para su hija.»
«Inspirarle sentimientos de indulgencia hacia todas las religiones.»
Pausa. Leámoslo de nuevo. No dice que se incline por una, que abrace una en particular, ni que rechace ninguna. Dice indulgencia. Tolerancia. Respeto. Algo casi revolucionario para la época. Porque San Martín entendía que la fe, como la libertad, no se impone, sino que se elige.
Mil historias detrás de las pinturas
¿Por qué hice foco en estos cuadros? Porque el disparador fue otro detalle. Balcarce viajó a Mendoza a arreglar muchos asuntos públicos, legales y económicos de San Martín. Cumplía su papel de yerno, de hijo político y de representante en sus asuntos. Sin embargo, su misión tenía varias capas. O sea, llegué a la conclusión de los cuadros, pero por el sable.
¿Qué sable?
EL SABLE CORVO. EL SÍMBOLO DE LA LIBERTAD AMERICANA EN MANOS DE SAN MARTÍN.
¡Esto es para una película! Sí, «Ladies and Gentlemen», el General San Martín dejó el Sable Corvo en Mendoza durante diez años, como un mensaje, como una garantía. ¿Y a quién se lo dejó?
¡Esto es Hollywood! Por favor..el mejor guion es la propia vida de José Francisco de San Martín, y su cuatrocientas mil capas. Digo..digo de paso, si algún delirante o algunos delirantes sanmartinianos como yo quieren hacer una película por favor, contáctenme yo escribo no tengo drama! Algo debemos hacer en la Industria Audiovisual por los que vienen..(y por los estamos).
Bueno, ya bajando la espuma seguro te dejo más dudas que certezas. Estoy seguro de ello, y es parte del objetivo. Que se sigan abriendo puertas, que la búsqueda de más tesoros en torno a la historia misma no termine nunca. Porque creo que todo está entrelazado.
San Martín es un prisma de mucha luz, que se refleja en los lugares más recónditos de los conceptos preestablecidos. Y siempre me gusta verlo en su magnánima figura, no solo limitarlo a lo que tantas veces se dice, se repite y, creo yo, en estos tiempos modernos, no nos acerca… nos aleja. Yo quiero un «San Ma» para hablar con el vecino, que lo ame, quiera y respete por toda su historia, que lo vea hombre, que se refleje en él, como un hombre real al que un joven pueda mirar y decir: ‘yo quiero ser como él’. No el San Martín del bronce, de las instituciones o de los discursos vacíos, sino el hombre que vivió para algo más grande que él mismo. A esa (m)visión me aferro y batallo contra los intelectuales de las cuatro paredes, que hablan solo para alimentar su ego, y como bien decía Galeano: «abominables personajes, yo no quiero que ser una cabeza que rueda por los caminos».
Qué hermoso cuando llegás a San Martín por otro camino, el que jamás imaginaste.
Te aseguro que hay miles. Intentaré siempre, desde mi admiración y respeto a su inmensurable figura, ofrecerte un sendero nuevo.
Un abrazo, y nuevamente, gracias por llegar hasta aquí.
Edu (Mis Amigos me dicen así).


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