«Acuerdos”
Por Eduardo Guidolín Antequera
«Ser o no ser, esa es la cuestión»
Con esta frase, Shakespeare condensó la tensión eterna entre la voluntad y la realidad, entre lo que se anhela y lo que el mundo permite. En Hamlet, la pregunta se eleva frente al abismo de la existencia; en San Martín, esa misma duda se convierte en una decisión de múltiples aristas, donde lo personal se trasciende y se proyecta en lo colectivo. Donde la vida y la muerte de aquella obra, toman otro valor.
El Libertador no se detiene en la contemplación del dilema: lo atraviesa. Su vida entera puede leerse como la respuesta silenciosa a ese interrogante. Ser o no ser —en su caso— equivalía a actuar o renunciar, obedecer o resistir, quedarse o partir, vivir o morir, en el intento. La consciencia del deber, esa brújula interior que lo guiaba incluso en la adversidad de su presente, lo obligó siempre a Ser: ser fiel a sus principios, ser coherente con su palabra, ser libre incluso cuando la libertad tenía un precio demasiado alto.
San Martín no eligió la comodidad del pensamiento, sino la incomodidad de la acción. En su drama interior, el “ser” se tradujo en estrategia, en prudencia, en renuncia. Porque para él, la existencia no era un escenario de dudas, sino un campo de responsabilidad. Quizás por eso su legado aún nos interpela: porque encarna la posibilidad de ser en medio del conflicto, de mantenerse en «acuerdo» consigo mismo cuando todo alrededor parece desmoronarse.
Bajo el modismo de época conocido como «Acuerdos», se esconde una profundidad que excede lo meramente administrativo: es el ejercicio de la razón práctica, el arte de equilibrar deberes, conciliar voluntades y sostener una causa entre lo humano y lo trascendente. Quiero que recorramos parte de esa capacidad multifacética que definió a San Martín en todas sus funciones. El héroe realiza su jornada de inspiración y de paciencia cumpliendo menesteres tan diversos como los de mayordomo, alcalde, notario, artesano, inquisidor, provisor, juez, decurión, empresario o administrador. Fue, en un mismo cuerpo, la síntesis de todos los oficios necesarios para la creación de su empresa libertadora.
Cargos y funciones
Sus cargos fueron múltiples, no solo los militares que jalonan su ascenso en el paso del tiempo, sino también los civiles, entre ellos el de Gobernador Intendente de una región nueva, que debía fundarse sobre bases políticas y sociales igualmente nuevas. Sin embargo, bajo este lema de los Acuerdos, deseo destacar una virtud esencial: la del convencedor. Porque nada —absolutamente nada— de lo que hizo hubiera sido posible sin la voluntad de los demás; de aquellos hombres y mujeres que se sumaron a la causa de la libertad sin conocerlo, sin saber nada de él, pero movidos por la fuerza de su palabra y de su ejemplo.
Por eso, los Acuerdos que aquí recorreremos son, en definitiva, la esencia de su propio gen: la capacidad de transformar convicción en acción, pensamiento en destino.
El sentido de los “acuerdos”
En el vocabulario político y administrativo del siglo XIX, la palabra “acuerdo” adquiría una densidad que excedía el mero acto de resolver o pactar. En torno a San Martín, este término puede leerse en diferentes planos complementarios, que reflejan tanto la estructura institucional de su tiempo como las dimensiones morales y filosóficas de su pensamiento.
En el plano institucional, acuerdo designaba la deliberación o resolución formal de los cuerpos de gobierno —cabildos, juntas o intendencias—, donde quedaban registradas las decisiones de carácter público. En los archivos, abundan los “acuerdos del día” firmados por oficiales o autoridades civiles, que expresan el orden y la legalidad que San Martín supo resguardar incluso en los momentos más críticos de la guerra. Muchos no de su puño y letra sino con su consentimiento de firma(la cuál tiene varios tipos según la circunstancia).
En el plano jurídico, el término aludía al pacto o convenio que tenía validez legal, ya fuera entre individuos o entre gobiernos. Los acuerdos sellaban compromisos, tratados o arreglos destinados a evitar litigios, pero también a consolidar alianzas, como los que sostuvieron la empresa emancipadora en su fase diplomática.
En el plano político, acuerdo significaba entendimiento, conciliación o búsqueda de consenso. Las guerras internas con los godos y traidores, las tensiones entre provincias y los desafíos del poder naciente hacían del “acuerdo” una aspiración permanente: la necesidad de restaurar el orden mediante la razón y la concordia. Para San Martín, que aborrecía las disensiones internas, el verdadero acuerdo era aquel que preservaba lo urgente y la causa por encima de los intereses personales y sectoriales.
Finalmente, en el plano moral y filosófico, acuerdo implicaba equilibrio interior, coherencia de conciencia y armonía entre el deber y la acción. San Martín deja entrever este sentido íntimo: el de un hombre que busca estar en acuerdo consigo mismo, con sus principios y con la historia que le tocó protagonizar.
Firmar y firmar, redactar y escribir
La firma de San Martín es, quizás, el código más poderoso de su identidad gráfica. Pero como todo en él, también esta guarda matices y transformaciones a lo largo de su vida, según el tiempo, el lugar y la función que ejercía. Mendoza, sin duda, es uno de los escenarios donde más huellas documentales encontramos al respecto.
Te cuento algo curioso: a San Martín no le pintaba mucho escribir. Lo hacía por necesidad, no por placer. Aborrecía el acto (dicho por el mismo), aunque cuando debía hacerlo —en bandos, oficios, proclamas, cartas, reclamos o solicitudes— su pluma se volvía tan precisa como su pensamiento. Allí emergía el estratega, incluso en la escritura. De hecho, para sus Amigos, muchas cartas no las firmaba, pues sabían quién escribía.
Aun hoy, queda mucho por descubrir sobre su verdadera caligrafía, esa escritura íntima que escapa a los documentos oficiales de ciertas corrientes históricas. Gracias a un nuevo movimiento de investigación, impulsado por diversos profesionales y especialistas, ese misterio comienza a revelarse. Muy pronto, podremos contarlo.
Sus firmas
Solo a modo de contextualizar los detalles de su escritura y sus formas, es necesario aclarar algunos aspectos que serán claves para lo que viene. San Martín no firmaba siempre del mismo modo: cada firma respondía a una función, a una circunstancia y a un propósito distinto.
Encontramos su rúbrica como Gobernador Intendente, plasmada en documentos administrativos y decretos; su firma en protocolos notariales, donde intervenía en gestiones de bienes y disposiciones legales; su firma compuesta, al autenticar una carta original o al validar una copia; y, finalmente, su firma epistolar, más personal y espontánea, en la correspondencia privada (que a veces era invisible).
Cada una de estas modalidades encierra una intención diferente: autoridad, legalidad, autenticidad o cercanía. Son huellas que, más allá del trazo, nos revelan las múltiples identidades que convivían en un mismo hombre: el funcionario, el estratega, el ciudadano y el amigo (y el enemigo también, ya te contaré). Aquí algunos ejemplos.



Fotografías de autor
«Acuerdos»
Basándome e inspirándome en profundizar este detalle expuesto por Ricardo Rojas en «El Santo de la Espada», me aventuré a seguir descifrando estos detalles en la vida del Gobernador Intendente de Cuyo, ya que estos Acuerdos datan de su gestión 1815-1816.
Dice Rojas:
«San Martín se reveló un verdadero estadista en su reducido ambiente y un administrador ingenioso en su ínsula precaria. Reorganizó la contabilidad civil y la militar, aunque todo dependía de su arbitrio y manejaba fondos para gastar secretos. Usó igualmente de la seducción y de la coacción para exprimir al pueblo y obtener cuanto necesitaba. Murmuraciones, resentimientos, calumnias quedaron como residuos espurios de su dinamismo arrollador, justificando sus acciones con el desinteresado ideal que lo inspiraba. Llevaba San Martín, de su puño y letra, unos cuadernos de apuntes en que anotaba sus quehaceres del día y a los que llamaba “acuerdos”, porque eran notas para acordarse o recordar. Día por día consignó en ellos sus trabajos y al leer esas “memorias” asombra tanto su minuciosa capacidad de labor como su prodigiosa organización cerebral. Si se toma cualquiera de esas jornadas en el año 1815 –por ejemplo la del 27 de diciembre- ya basta como espécimen de las restantes. La lista es larga y árida, pero es elocuente en su aridez.[De la cita de Rojas, corregiremos algunos detalles equívocos]
(Y estará detallado punto por punto, deberás «scrollear» algo así como lo que haces en las redes sociales al ver lo que no sabes que vas a ver, pero que te consume la vida ja!). Preparados, listos, ya!!!
Dic.e . 23 (foja 5)
-El granadero de la 2ª del 3° Clemente Ahumada, se queja contra el Alférez Arias por haberle dado de palos en formación. -Oficio a Muñoz para q.e se se alce su confinación quedando acentado en su casa.
Dic.e 27
–Carteles para los peones de la fábrica de
pólvora.
–Llamar a Don Clemente Godoy.
–Preguntar a San Luis si ha llegado allí Lucas Durán. (foja 6)
–A Pescara que de los 400 caballos que debe remitir, todos sean escogidos.
–Pedir noticia del dinero existente en caja para el primero del mes.
–Al Cabildo que avise a los Decuriones que la bandera encarnada es señal de alarma y la bicolor de buena suerte.
–Pedir la causa a Godoy y Guerrero.
–Que mande el administrador dos cajones de velas a Uspallata.
–Las propuestas de artillería.
–Muño en libertad.
–A Plaza por lo que pide Cabot.
–Preguntar a don Pedro Molina el valor de sus pistolas.
–Por comunicación verbal recibida ayer con fecha 22 de éste, su venida en el Portillo con 100 hombres.
–La causa de Fleytas.
–A Lucas
González que salga dentro del tercer día a San Luis.
–Carta a Hermida.
–Que reciba la Aduana 10 docenas de lenguas de Don Domingo Torres. (foja 7)
–La papeleta de Soto.
–Domingo Macías debe poner en cajas $50, de multa dentro de tres días, por haber robado un poncho. Vive en casa de doña Petrona Cepeda en la plaza nueva.
–Acordar de los $25 dados a
Pizarro.
–A. P. que vaya a Sosa a reconocer ahugetillas y demás, y las líneas.
–A. D. M. Corbalán que haga un cálculo del valor de las camas, catres colchones y se presente al Gobierno para tomar el cargo respectivo.
–A la aduana que todas las hospitalidades del hospital de caridad se abonen a dos reales por contrato que el Gobierno ha hecho con el padre Presidente.
–El escrito de L. González de la Secretaría.
–En 5 de enero se decretó que don Manuel Saenz pasase a Buenos Aires a disposición del Intendente a quien se avisará por correo.
–A Don Enrique Martínez que está agregado en su clase al N° 8. (foja 8)
–Al comandante de éste y a B. Ayres dando cuenta. –Al coronel que haga reconocer a Martínez en la orden del día.
–Reunión de herradores y herrar la mejor caballada.
–Orden a Saro para que venga, dejando el encargo al comandante Lemos.
–Al Cabildo seis petacas con pasadores y armellas de candados para el hospital del ejército.
–Que venga lista de los europeos que hay en
Corocanto y su jurisdicción para tener informes y determinar.
–A Plaza que entregue la cuenta del importe de los ponchos dados a Lemos para pasarla a la Aduana.
–Comisión de Álvarez C. para ver el batán. (foja 9)
–Orden para que se construyan 8 regaderos para el campo.
–Al Cabildo para los avisos existentes en Mendoza con expresión de sus dueños.
–Al mismo para que pase noticias de los aparejos existentes en cuatro días.
–A los comandantes de todos los cuerpos para que pasen una noticia de las mulas que se necesitan para la conducción de las municiones, 3 cajones con vino y 2 de aguardiente.
–Al comandante general de la caballería para que en 8 días ponga 40 hombres para agregarlos a la línea, con los solteros.
–Íd., id. a comandante de blancos para 15.
–Íd., id. al de pardos para 15.
–A San Luis para que mande 60 reclutas. –A. S. J. para que aumente hasta el número de treinta astilleros sin perjuicio de aumentar el mayor número la fuerza del N° 11.
–A San Luis que hay un Gregorio Blanco en el Río 5° útil para perseguir desertores y vagos. Si lo cree útil, se comisione.
–A Vera, que remita la causa de las cuatro piezas de paño.
–Al Capitán Vicente que venga.
–Al Cabildo sobre mulas de silla. (fojas 10)
–Al negro cocinero de Don Juan González, mañana.
–Al Cabildo que eche una derrama de $20. -para la policía
–Al mismo que todo lo acopiado para la Junta de repartos se lleve a la Aduana.
–400 pieles de cabra a San Luis, en el momento.
–Al Juez de Comercio, recojo de cajones entre los comerciantes.
–A Videla que los retobos de la factura de José los entregue a Plaza.
-400 pieles de carnero a San Luis, 200 blancas y 200 negras.
-Tres barriles de aguardiente y uno de vino a disposición del comandante en los Chacayes nuevos, en Cangas a Uspallata.
–A la Aduana que ve los paños de munición que hay en las tiendas y los deje embargados, dando noticias.
–Que se rebaje la fuerza del servicio de guardia en la cárcel: 12 números, un sargento, un cabo. La del hospital un cabo y cuatro hombres.
-Manuel Pescara la yeguada del Manzano para los indios. (foja 11).
-A la Aduana uso del procedimiento del ramo de carne.
–Esquela a Don Pedro Molina para que envíe a Tadeo Rodríguez.
–Al Fiscal de hacienda sobre Isidro Quintana el mismo id= D.Vicente Bustamante tienen posesión.
–Orlandi y Sánchez deben al Estado: al fiscal de hacienda el expediente.
–A S. Juan Méndez el estado de gastos por cuarta vez.
–A la Aduana que dé a Condarco $200.
–Proponer al Gobierno dos compañías cívicas de todos los esclavos y que espere la
contestación.=Se agrega un batallón cívico; 1ª y 2ª de voluntarios; 3ª y 4ª de pardos; 5ª y 6ª de esclavos.
A Albino Gutiérrez que tiene un sable, quién lo ha vendido y en qué estado.
–A Don José Luis Ovalle una orden para que le instruya un sargento en el uso del sable.
–Que se cierren las puertas y rejen las ventanas del hospital y no se les permita salir de las salas. Andrés Bustamante y Doña Mercedes Mora.
–Al Cabildo las mulas de silla, sus dueños que estén prontos a la orden. (foja 12)
–A Don Vicente Zapata los tamangos.
–Al juez de policía un caballo para Muñoz.
–Bustamante tiene en su casa a Don José María Villalobos y a don Domingo Alvas.
–Pedir informe al Cabildo y al decurión sobre la opinión de los Mora.
–Lista de Godoy.
A Doña María Antonia Zapata, que el cuarto que se le pidió, se lo dé a Álvarez.
–Las banderas de Corbalán.
D.En.o 19 (1816) Continúa
Conclusiones
Si llegaste hasta acá..
Si llegaste hasta acá y comprendés la dimensión de la labor de San Martín, verás la capacidad descomunal que tenía para abordar tantos temas simultáneamente. He querido corroborar las fuentes históricas con los documentos, y así como Rojas, Otero, Mitre y otros más, he encontrado errores en las fuentes originales.
Por eso, ¡guarda con lo que leés siempre!, porque en el afán de escribir y ser noticia —tanto ayer como hoy— hay errores perceptibles y otros no tanto, pero que igual hacen sombra a la luz de la verdad.
Quien novele o poetice la historia debe ser sincero con quien será el portador de esa lectura; de lo contrario, la verdad siempre quedará opacada por la fantasía.
La profundidad de los Acuerdos
La profundidad de estos Acuerdos se traduce en misiones, órdenes, pedidos, solicitudes, anhelos… y más.
Repito: el mayor reflejo de todo esto está en el poder del convencimiento y la convicción de este superhombre llamado José de San Martín. A veces parece un héroe con poderes que trasciende el tiempo, haciendo cosas que siguen resultando imposibles incluso hoy.
Reflexiones y verdades
No fue el único que manifestó en su tiempo estos Acuerdos. Dupuy, Luzuriaga, Pueyrredón, Guido, O’Higgins, entre otros, compartieron la misma misión de ordenar, registrar y comandar. Sin dudas, ya sabrás quién los superó.
De este trabajo —que solo representa algunas fojas de su cuaderno de Acuerdos— puede decodificarse su mega mapa de lectura plural, donde convergen situaciones, contextos y desafíos.
Recordemos con qué construyó San Martín, además del recurso físico y material: con el recurso de la voluntad.
Esa palabra de tanto peso que encierra otras virtudes —esperanza y fe manifestada—.
Sin voluntad no hay camino que construir, ni senda que seguir, ni destino que alcanzar.
Me despido compartiendo estos «Acuerdos» para que te motiven a no dejar nada para mañana.
Que te inviten a reflexionar, con sinceridad, sobre tus propios acuerdos:
¿con qué estás de acuerdo? y sobre todo con quién?
¿qué significaría para vos plasmar tus sueños, llevarlos de lo imposible a lo posible?
Si dudás, aquí tenés una guía viva: todo lo que creés, puede crearse.
San Martín es el ejemplo perfecto de eso.
De voluntad.
Mi abrazo sanmartiniano de siempre.


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