enigma sn. martin

Los misterios y secretos detrás del héroe. José Francisco de San Martín , su vida en un enigma constante.


Episodio 23: «La Momia de San Martín»

«La Momia de San Martín»

Por Eduardo Guidolín Antequera

«Ciclos»

Cada vez que recuerdes la gesta del Libertador, no debes olvidar que, para comprenderla en su verdadera dimensión, hay que mirar también a quiénes vino a defender y contra quién vino a luchar. Sin embargo, aquí se abre otro camino, quizás menos explorado, en su vida, en su acción y en su palabra.

Más allá de su propósito de llegar a Lima para desterrar al Imperio Español —donde se concentraba todo el poder colonial—, San Martín nunca dejó de nombrar a los Incas. Ese motivo recurrente, ese respeto profundo por los pueblos mal llamados “indios”, es una bisagra luminosa dentro del alma sanmartiniana. Una llave que muchos han olvidado al mirar su figura desde el brillo del bronce y no desde la raíz del espíritu.

Los ciclos de la vida y de la existencia nos invitan a reflexionar sobre lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos. Nos hacen creer que todo transcurre en una línea de tiempo ordenada, cuando en realidad —en los momentos más profundos— comprendemos que todo es lo mismo: pasado, presente y porvenir se tocan, se funden. Solo hace falta tiempo para transitar lo que antes no se hizo bien, corregirlo y proyectar el futuro con otros códigos.

Creo que San Martín encarna eso: un transgresor de su tiempo, un hombre que conocía el pasado y lo hacía vibrar en su presente, que sabía cuál era su misión y que dejó sembrado el lago —el reflejo, el descanso y el desafío— para los del futuro.

Un punto de partida, mil destinos

Como en todos los enfoques sobre José de San Martín, el punto de partida —o el tema elegido— siempre estará condicionado por todo lo que encierra ese detalle o suceso en su vida. Quizás ese punto de partida no sea el preciso, y tal vez nunca llegues a un destino… o sí, pero te perderás de recorrer los demás.

Es como la vida misma: elegir un camino no significa que ese sea el indicado, ni que te permitirá llegar al verdadero destino, o al que te han dicho que es real. Lo importante es tener un faro, una dirección, una búsqueda.

Y en mi caso, ese faro se llama San Martín.

Te diré por qué: él es una pluralidad de caminos y destinos, siempre en cambio, siempre en movimiento. Tomaremos hoy “La Momia”, pero verás cuánto hay detrás de eso, cuánto se esconde en esa imagen inmóvil que, paradójicamente, sigue viva.

Basil Hall

El capitán Basil Hall, nacido en Edimburgo en 1783, fue un destacado oficial de la Marina Real británica y uno de los observadores extranjeros más lúcidos de los procesos independentistas sudamericanos. Entre 1820 y 1822 recorrió las costas de Chile y el Perú, tiempo durante el cual tuvo ocasión de conocer personalmente a José de San Martín y presenciar de cerca los acontecimientos decisivos de la emancipación.

Su obra, El General San Martín en el Perú, no fue escrita —como él mismo aclara— “en elogio ni en vituperio”, sino con el propósito de ofrecer una explicación racional y objetiva de un episodio que consideraba tan admirable como enigmático. En sus páginas, Hall logra un retrato de San Martín en plena acción, de carne y pensamiento, revelando con precisión tanto su porte y disciplina militar como la reserva y grandeza moral que lo distinguían.

El valor histórico de este testimonio radica en que fue publicado en 1824, cuando aún no se conocían los detalles de la Entrevista de Guayaquil ni los pormenores del retiro del Libertador. Por eso, la visión de Hall se presenta libre de interpretaciones posteriores: la mirada contemporánea de un testigo directo, británico y marino, que supo reconocer en San Martín una figura fuera del tiempo.

Y vos me dirás: ¿qué tiene que ver este Basil Hall con la Momia? Pues bien, sería este mismo capitán escocés quien trasladaría a Inglaterra la momia del Libertador, sellando con ese gesto simbólico la continuidad entre su testimonio y la custodia final del cuerpo.

El relato

El registro de este detalle lo tomaremos de la versión traducida:

Hall, Basilio. El General San Martín en el Perú. Extractos del diario escrito en las costas de Chile y Perú, en los años 1820,1821 y 1822. Traducción de Carlos A. Aldao. Buenos Aires: Biblioteca de la Nación, 1917.

Te dejo para profundizar más sobre originales y traducciones: https://fuenteshistoricasdelperu.com/2021/10/22/basil-hall-1783-1844/

13 de Diciembre 1821 (p.226-227)

«Fui esta mañana al palacio para almorzar con el Protector, y ver la curiosa momia que la víspera había sido traída desde una aldea peruana del norte de Lima. La figura era de un hombre sentado en el suelo, con las rodillas casi tocando el mentón, los codos apretados a los costados, y las manos oprimiendo los pómulos. La boca semiabierta enseñaba dos filas de lindos dientes. El cuerpo, aunque encogido de modo extraordinario, tenía toda la apariencia humana, conservando la piel intacta, excepto en un hombro. En el semblante había una  expresión de agonía muy claramente acusada. La tradición respecto a éste y otros cuerpos similares es que, en época de la conquista, muchos Incas y sus familias eran tan perseguidos, que realmente permitían ser enterrados vivos antes que someterse al destino con que los amenazaban los españoles. Se habían encontrado generalmente en la posición arriba descripta, en pozos clavados en la arena, de más de doce pies de profundidad; mientras los cadáveres de personas que se sabía haber fallecido de muerte natural, se descubren invariablemente en los cementerios ordinarios de los indios, completamente extendidos. Sentada cerca del mismo sitio se encontró una figura de mujer con una criatura en brazos. La mujer se había convertido en polvo al ser expuesta al aire, pero la criatura que nos fué mostrada se mantenía entera. Estaba envuelta en tela de algodón, tejida con mucha habilidad y compuesta de variedad de brillantes colores y toda completamente nueva. También trozos de tela que había usado la figura de mujer eran perfectos y las fibras absolutamente fuertes. Estos cuerpos fueron desenterrar dos de una región del país donde jamás llueve, y la arena, por consiguiente, es tan perfectamente seca, que produce una absorción de la humedad tan rápida, que no admite la putrefacción. La momia masculina fué enviada a Inglaterra, en el Conway, y está ahora en el Museo Británico».

Detalle de la momia inca de San Martín. Thomas Joseph Pettigrew, A History of Egyptian Mummies (London: Longman, 1834).

«Enigma sin resolver»

El destino de la momia, al igual que el del resto de lo hallado en aquel enterratorio, permanece envuelto en sombras. No existen pruebas concluyentes que permitan corroborar su paradero final, y la intención de San Martín al tomar contacto con ella —ese gesto cargado de simbolismo y de humanidad— puede interpretarse desde múltiples miradas.
Algunas fuentes mencionan que la momia habría sido trasladada al Hunterian Museum del Real Colegio de Cirujanos de Londres, donde se la exhibió no como un cuerpo embalsamado, sino como un ejemplar preservado de manera natural. Su conservación, según se argumentaba entonces, se debía a la sequedad del aire peruano y al carácter peculiar de su suelo.

Y ahora..

Y ahora te dejaré solo con los posibles disparadores de otros destinos y otras expresiones en torno a este punto de partida, porque —como ya te vengo advirtiendo— los caminos son múltiples.
San Martín siempre dejó en claro a qué venía, por qué venía y por qué siguió luchando. Si mirás la fecha de este episodio, verás que no es casual: hoy se recuerda el llamado “Día de la Raza”, el “Descubrimiento de América”, el inicio de la “Conquista” y tantos otros nombres con los que se ha intentado narrar un mismo hecho desde un solo punto de vista. Pero en verdad, este día es —como toda la historia— un punto de partida con infinitos destinos posibles.

La educación formal, doctrinaria y del sistema nos ha programado para repetir como loros los discursos que convienen a unos pocos: las voces de unos, el silencio de millones. No voy a ahondar en ese terreno —porque, como decía el General, «se me va a subir la bilis», pero es necesario reflexionar: ¿conquista?, ¿descubrimiento?, ¿contra quiénes luchó San Martín y contra quiénes seguimos luchando hoy?

Muchos de aquellos conquistadores que vinieron en nombre de Dios aún no se han ido; de hecho, siguen ejerciendo su supuesto poder bajo otros rostros y con otros nombres. No seas la oveja negra de un rebaño blanco: sé el pastor. De lo contrario, seguirás dentro del corral que ellos mismos construyeron.

Tenemos que replantearnos toda la historia de América, porque solo así podremos empezar de nuevo, desde un principio verdadero, sin olvidar lo que existía antes de que vinieran a “descubrirnos”.
Descubrir… qué verbo tan injusto.
No solo catalogaron estas tierras como si fueran un hallazgo ajeno, sino también a los seres humanos que las habitaban, tratándolos como algo distinto, inferior, prescindible.
Y, sin embargo, esa diferencia era —y sigue siendo— nuestra mayor riqueza. Todos los habitantes de estos continentes fuimos, somos y seremos distintos a la llamada “nueva civilización”.

Cuánto daño han hecho, y cuánto siguen haciendo.
Porque al final, solo existen los Seres Humanos.
Lo demás —títulos, banderas, religiones, imperios— es puro cotillón.

Conclusiones

Tengo tantas cosas que decir, pero no puedo decirlo todo de una sola vez.
Sabía que se me iba a subir la bilis… ¡al carajo!
Pero bueno, vamos sacando conclusiones.

Partamos del título de los títulos de San Martín: General, Libertador y Protector.
Ahí tenés más que suficiente para profundizar y dejar que cale hondo esa triple designación: una la eligió, las otras las gestionó para crear un nuevo paradigma.

Basándome en el mismo Basil Hall, en su libro recuerda una proclama de la cual extraigo:

“He presenciado la declaración de la independencia de Chile y el Perú;
tengo en mi poder el estandarte que trajo Pizarro para esclavizar el imperio de los Incas;
he cesado de ser hombre público, y así estoy recompensado, con usura, de diez años de revolución y guerra.

Pueblo Libre, 20 de septiembre de 1822.
José de San Martín.

Fijate: de esa proclama se desprende su trofeo, nada menos que el estandarte de Pizarro.
¿Sabés quién fue Pizarro? El conquistador, el símbolo del sometimiento del mundo Inca.
Y San Martín se lleva su estandarte como signo de reparación histórica.

Su devoción por el pueblo Inca fue inclaudicable.
Recuerdo su coincidencia con Belgrano, cuando ambos propusieron poner en el trono a un descendiente de los Incas: un gesto que buscaba restaurar el equilibrio entre pasado y futuro.
Ese plan puede leerse en las cartas de Godoy Cruz y Manuel Ignacio Molina, los mendocinos que obraron por el General en el Congreso.

Belgrano y San Martín, esos dos amigos, fueron de los pocos que pensaron en traducir y transcribir las decisiones sociales, políticas y militares a los idiomas de las comunidades indígenas.
¿Y hoy?

San Martín alguna vez dijo: “Yo soy indio.”
Y lo era en su sentir..

Su conexión con los pueblos Guaraníticos, su cercanía a los Pehuenches, Huarpes, Ranqueles y Puelches en Cuyo… todo eso forma parte de su identidad más profunda.
Y no olvidemos el nombre de la Logia, Lautaro.
¿Sabés quién fue Lautaro?
El joven mapuche que se rebeló contra Pedro de Valdivia, símbolo de la resistencia indígena.
Ahí está otra pista del verdadero San Martín: el que heredó el espíritu del indio que no se rinde.

Y de yapa será un ferviente lector de una obra en la cuál se ve identificado, pretenderá su reimpresión y conservará un ejemplar de este en su mega librería, «Comentarios Reales de los Incas» de Garcilaso de la Vega, bautizado con los nombres de algunos de sus antepasados como Gómez Suárez de Figueroa, nació en Cuzco, capital del Incario, el 12 de abril de 1539, apenas siete años después de haber sido derrotado Atahualpa y conquistado el imperio inca por Francisco Pizarro. Su nacimiento, como el de su hermana Isabel un año después, es una consecuencia del ‘encuentro’ de dos culturas a partir de esa derrota, pero además de ese elemento común a toda la conquista de América, en su caso hay otros excepcionales, pues al origen ‘natural’ o ‘ilegítimo’ del Inca Garcilaso, que tendrá largas consecuencias en su vida y se reflejará en su obra, se une el hecho de que las sangres que en él se funden son nobles por ambas partes: su padre fue el capitán Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas, un extremeño descendiente de una ilustre familia de escritores -estaba emparentado con el Marqués de Santillana, con Garcilaso de la Vega, con Garci Sánchez de Badajoz, con Jorge Manrique-, y su madre, la Palla («mujer de sangre real») Isabel Chimpu Ocllo, hija del Infante Huallpa Túpac, nieta del Inca Túpac Yupanqui, antepenúltimo gobernante de la dinastía imperial, y sobrina de Huayna Cápac, el último gran emperador del Incario.

Reflexiones y verdades

A buen entendedor, pocas palabras.
Creo que la reflexión es mucho más profunda, y que cada quien, desde su experiencia —o desde su programación individual, familiar, social y colectiva—, apreciará y resignificará lo que sabe o lo que cree saber, según su propio criterio y su sentir.
De algo estoy seguro: debemos reescribir toda la historia.
Las mentiras han dominado y siguen dominando el mundo.
Busquemos la Verdad —con mayúscula— en cada situación, por un bien mayor… y que caiga quien tenga que caer.

San Martín también tuvo esa faceta: la de sentirse colonizado, y desde allí tomar fuerzas para cumplir su misión.
Su cometido no fue solo liberar naciones, sino dejar un mensaje universal:
la Libertad como derecho sagrado de cada ser humano.
Pero esa libertad empieza dentro:
“¡Libérate de tus propias cadenas!”, parece decirnos desde el tiempo.

“Deseo que todos se ilustren en los sagrados libros que forman la esencia de los hombres libres» (Mendoza, 17 de marzo de 1817)

Fue defensor de los más débiles, de los sin voz, de los oprimidos y de los callados.
De los que sufren en silencio la injusticia.
Y alguna vez afirmó:

«Yo no puedo ser sino un instrumento accidental de la justicia y un agente del destino «( Proclama a los limeños, Santiago, 13 de noviembre de 1818).

El peso simbólico de La Momia es, entonces, mucho más profundo si elegís seguir el otro camino —el del sentido oculto detrás del relato y la anécdota.
Te dejo otro dato para que pienses: ¿sabías que San Martín fue embalsamado?
¿Fue decisión suya, de su familia, o del destino?
¿Seguirá todavía parte de su cuerpo físico en algún lugar?
¿Podríamos conocer algún día su ADN real?

Masón, cristiano, y cuanta cosa—para mí— ES profundamente ancestral.
San Martín no solo pertenece a la historia; pertenece al TIEMPO del Cosmos.
Su legado vibra en otra frecuencia, donde el espíritu de los pueblos sigue respirando libertad.


Me despido con rasgos vívidos.. A mi bisabuelo le decían «Cacique» y a los 13 años descubrí mi primer fragmento de cerámica de la cultura Huarpe, ¿donde? en el suelo que aún piso. Nunca se fueron están ahí..recordalo!

Te consulto algo..pensás que San Martín ha regresado? ha vuelto? Obvio en otra forma, en otra función pero con el mismo Legado. Yo creo que lo he visto..
Mi abrazo sincero de siempre.



Una respuesta a “Episodio 23: «La Momia de San Martín»”

  1. Avatar de Judith Restiffo
    Judith Restiffo

    Muy interesante! Felicitaciones 👍

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